Pulquería La Pirata
Foto: Alejandra Carbajal
Foto: Alejandra Carbajal

Bares y cantinas de la Escandón

Cantinas de renombre, bares y pulcatas para echar el trago en esta zona de la Ciudad de México

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Si ya conoces las cantinas de respeto, los bares deportivos y los antros para ligar, date una vuelta por la Escandón para explorar su vida nocturna.

Cantinas que ofrecen deliciosas botanas, una pulquería tradicional y lugares con cerveza artesanal entre las recomendaciones que te damos.

Te puede interesar también conocer las cantinas más divertidas de la CDMX.

Bares y cantinas de la Escandón

  • Cantinas
  • Escandón
  • precio 1 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
El León de Oro
El León de Oro

Desde 1954 fascina con copas y botellas de bebidas espirituosas de todos los tipos y precios (si no nos crees, échale un ojo a la barra principal). Aunque no hay menú por tiempos como en otras cantinas, su propuesta gastronómica que se acomoda a cualquier bolsillo hará que ni lo notes. De entremés, pide manitas de cerdo o tortilla española, también hay sopas, antojitos y ensaladas, así como cortes de carne y mariscos; o costillas glaseadas y picaña angus, ambas sugerencias del chef. Su cercanía con la Condesa la convierte en una excelente opción para ver el futbol, gritar y comer con las manos. Tip: El estacionamiento es gratuito y el valet solo cobra “lo que gustes, güero”. Vale la pena, porque la estacionada se complica en los alrededores.

  • Vida nocturna
  • Escandón
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Un momento de relax y un vino suena como un plan ideal cualquier tarde. Ahora imagínate eso en un ambiente pausado, lejos de los bares de moda o etiquetas interminables de un wine bar. Pues lo encontramos: Sorbo es una pop-up de vinos naturales que parece invitar a todos a pasarla bien, disfrutar una copa y comer algo sabroso maridado a la perfección con la bebida. Nos fuimos a su inauguración y esto encontramos. La experiencia comienza por la ubicación, en la colonia Escandón, muy cerca de la Condesa, pero aún con la esencia de barrio. Al llegar, te encuentras un local que se camufla muy bien como una reunión de amigos en una bodega sin pretensiones, con una mesa al centro donde sirven el vino, en luz tenue y comida especial del chef. Pero vayamos por partes, el vino. La selección está hecha por Diego Zubiliaga con la única premisa de tener vinos naturales que son fáciles de tomar, sin importar el tipo de uva ni la región del mundo. Dato: un vino natural es uno que solo se elabora con vides que no han sido rociadas con ningún producto químico (como herbicidas, pesticidas, fertilizantes) y que fueron recolectadas de manera natural para garantizar que no sufran daños. Además, las levaduras son silvestres, no hay procesos de corrección del vino ni se agregan conservadores. Para esta noche inicial se eligieron 6 etiquetas, un vino blanco, dos rosados y tres tintos. Probamos tres de ellos y sin duda los pondríamos como vinos de diario, todos ideales para estas tardes entre solead

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  • Cantinas
  • Escandón
  • precio 1 de 4
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Puerto de Veracruz
Puerto de Veracruz

Esta vieja cantina se encuentra justo en frente del Edificio Ermita. Ofrece todo tipo de mariscos en muchísimas presentaciones. Por lo mismo, es recomendable ir con gente de confianza y no utilizarla como una opción para una primera cita. A ver quién te habla después de un plato de camarones al mojo de ajo y tres cubas. Tip: Aunque fumes, la zona de fumadores resulta incómoda por el ruido y la cercanía con Revolución. Mejor pide mesa adentro y salte a fumar de vez en vez.

  • Pulquerías
  • Escandón
  • precio 1 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
La Pirata
La Pirata

Haz un viaje en el tiempo para transportarte a esa época en la que lo único que podías beber en las pulquerías era, valga la redundancia, pulque. Si acaso habrá un refresco, pero nada de agua ni cerveza. Aquí lo mínimo que te sirven es un litro, nada de los minitarritos ni de los “litros” que no llegan a 750 ml. de las pulquerías hipsterizadas. El establecimiento lleva más de 70 años y la mayoría de la gente tiene edad avanzada, aunque no faltan parejas cuarentonas ni grupos de veinte y treintañeros que quieren adentrarse en la tradición. De comer siempre hay algún guisado (chicharrón, por ejemplo) con tortillas del negocio homónimo de al lado, pero si prefieres algo más botanero, la señora que vende pepitas y cacahuates estará ahí echando la broma con los más asiduos asistentes. También estará el bolero, por si quieres que le echen grasa a tus zapatos al ritmo de la rocola (en la que casi todo el tiempo suena banda). El litro de curado cuesta $50 y puedes pedirlo para llevar. Aunque ya no se prohíbe la entrada a las mujeres todavía llama demasiado la atención, al punto de la incomodidad, si hay personas del género femenino que cruzan por el piso con aserrín, sin la custodia de un hombre.

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  • Cantinas
  • Escandón
  • precio 2 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Antes de reunir a los compadres de la Escandón con la juventud condechi, antes de tener pantallas gigantes para ver los partidos de futbol y antes de su prodigioso costillar de cerdo a la cerveza, esta cantina ya era El Fuerte de la Colonia. A mediados de los 80, cuando la actual administración llegó a esa esquina de José Martí y Comercio, los socios encontraron la placa de su fundación con ese nombre y el año 1946, recuerda Andrés Álvarez, encargado del lugar. Con los años la clientela ha cambiado. El trago preferido sigue siendo el Bacardí blanco, lo que podría explicarse al mirar a los parroquianos de cabellos canos que llegan entre semana para jugar dominó. Al mismo tiempo ha crecido el consumo de cerveza y mezcal. Los departamentos que han sustituido a las viejas vecindades de la Escandón van conformando una nueva comunidad de gente joven y exquisita que no desprecia lo mejor que tiene la cantina para ofrecerles: su comida y su ambiente relajado. El Fuerte reivindica el ambiente familiar. Basta visitarlo un Día del Padre (asegúrate de reservar antes) para ver a niños acompañados por sus tías, abuelos y mamás dando sus primeros pasos en el arte de comer cabrito horneado. Aunque el lugar fue remodelado hace unos seis años, no tiene un solo detalle particularmente atractivo. Tal vez lo único entrañable sean sus mesas con esquinas huecas para poner las cervezas, una cortesía para los nostálgicos de las cantinas clásicas. Lo bueno: el lugar no necesita el maquillaje. Su exten

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