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La música es importante para todos, pero hay quienes simplemente aspiran a hacer de ella el centro de su existencia. Gracias a gente con ese nivel de obsesión es que existen espacios como éste, que es un tres en uno: tienda de vinilos (99 Records), un bar y el listening room. De todos, éste último es el más especial, pues es un espacio donde todo está completamente acondicionado para disfrutar la música con un sistema de sonido poco común, que va de pared a pared, y donde, según me explican, logran una claridad superior al dividir el sonido en cuatro vías, bajos, medios bajos, medios altos y altos.
El listening room es un gran lugar para ir solo o en grupos pequeños, de hecho no aceptan mesas de más de 6 personas y, al abrir la carta, en la primera hoja verás que te recomiendan hablar en voz baja. La idea es que los visitantes guarden silencio para disfrutar la cartelera de discos del día (tienen alrededor de 10 mil vinilos en la tienda).
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Esta selección siemore tiene algún hilo conductor, ya sea geográfico, de género musical o histórico, con lo cual buscan rescatar algo que se ha perdido con las apps de música: escuchar discos completos. Durante mi estadía descubrimos y disfrutamos como nunca antes las sutilezas de Nubya Garcia y Milton Nascimento.
Hay cocteles clásicos y signature, los cuales llevan el sello de Ismael Martínez (Hanky Panky), y todos están inspirados en canciones. Por ahí está Ha Ha I’m Drowning de The Teardrop...
Si te gusta leer, seguramente tienes en mente alguna que otra cafebrería, pero…¿cuántos bares-librería conoces?
¿Qué es?
El concepto es muy ganador dado que si algo le gusta a la gente de literatura (ejem, por supuesto no lo digo por experiencia) es beber. Pero éste no es un bar cualquiera, la Americana lo llevó al siguiente nivel, ya que el menú fue creado por bartenders reconocidos en listas internacionales como los 50 Best Bars de Norteamérica.
Me cuentan que el espacio, en medio de la Condesa, tenía tanto potencial que le fueron agregando capas al proyecto: es una librería especializada en autores de todo el continente americano, pero también tienda de cocteles ready to drink (en botellas de distintas porciones), pero también hay menú de desayunos y cenas, pero también se está volviendo un punto de encuentro de la escena literaria, ya que realizan eventos de poesía o talleres de narrativa. La Americana abarca mucho y sin embargo, todo cabe en su sitio según la hora del día.
¿Por qué ir?
Cáele a ver su selección de revistas o fanzines independientes o checa su programación de presentaciones de libros, las cuales podrás disfrutar como se debe, con un trago en mano. De sus cocteles te recomiendo balanceado y girly Spritz de Guayaba (muy de mujer, dirían por ahí), con campari, vino rosado con guayaba, fresa y ruibarbo; o ya en modo Gatsby, el siempre clásico e intelectual martini seco. Y si no tomas alcohol, prueba el café que es delicioso.
Tip: si ves un libro con...
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Después de una remodelación, el Leonor está de vuelta y con todo. Cada fin de semana, este pequeño lugar, alberga noches épicas de baile, excesos y diversión. La música cambia con el dj en turno, pero los set lists más exitosos son los que van desde los clásicos de Michael Jackson y Madonna hasta los beats más hot del momento.
El único problema es que por ahí de las tres de la mañana, ir de la pista de baile a la barra (una distancia de aproximadamente cuatro metros) significa ser pisado y empujado por las decenas de personas presentes. Si finalmente llegas a la barra, deberás esperar otro rato para que te atiendan y te cobren. Sin embargo, a pesar de estos contratiempos, que más bien hablan del éxito del lugar, Leonor se ha posicionado como uno de los mejores centros nocturnos de la zona, donde te encontrarás sudando en la pista de baile hasta el amanecer.
Su nombre embona a la perfección con la ambientación del lugar. Ideado bajo el concepto de fachada de tienda de pueblo, este espacio recibe a sus visitantes con mostradores que exhiben papillas para bebé, jabones Zote y paquetes de bicarbonato de sodio, mientras que una de las repisas del anaquel presenta productos como refrescos en botella de vidrio y triangulitos de Boing que se encuentran a la venta. El concepto general del lugar se basa en aquellas misceláneas en las cuales se acostumbra servir bebidas alcohólicas en la parte trasera del lugar. Las bancas de todos tipos, lámparas con efectos de falla eléctrica, piso de mármol muy corriente y música “populachera” le dan un aire pueblerino.
Las paredes lucen artesanías y cuadros creados por diseñadores mexicanos y garrafones de cristal que contienen una variedad de 22 mezcales diferentes que varían entre los 31 y 54.7 grados de alcohol, tales como el espadín blanco o el espadín reposado, el cual es altamente recomendable. Cabe destacar que, al pedir alguno, siempre vienen acompañados por el tradicional plato con gajos de naranja y otro con semillas de calabaza para pepenar. Además, cuentan con venta de botellas bajo pedido.
En general, el ambiente es relajado, conformado principalmente por hipsters del área, algunas bandas y alguno que otro personaje del mundo del cine y la televisión. Los meseros tienen un aspecto rudo, pero son bastante atentos, buenos conversadores y ofrecen un rápido servicio. Los precios son...
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¿Qué es?
¿Otro bar de vino en la Condesa? Así es. Manarola es un wine bar y tienda que ofrece una propuesta interesante para quienes disfrutan de este fermentado y buscan conocer etiquetas distintas. Este espacio nació como showroom de Vernazza Wine, Spirits, Food & More, lo cual se nota en la selección que tienen en sus anaqueles y también en los precios, que, en realidad, son accesibles.
¿Por qué nos gusta?
Su carta incluye vinos de Francia, Italia, España, Alemania, Austria, Portugal, México, Argentina, Chile, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Australia. La mayoría son de pequeños productores, con una clara inclinación hacia lo orgánico y biodinámico, aunque también hay opciones veganas certificadas y hasta vino natural. Es un buen lugar si quieres explorar etiquetas poco comunes o aprender más sobre otras regiones vinícolas. Además, el servicio es agradable y el equipo siempre está dispuesto a compartir contexto sobre cada botella.
¿Qué pedir?
Puedes pedir una copa del vino blanco o tinto del día —o botella— ahí, pero también puedes comprar vino para llevar, lo que convierte a Manarola en una buena opción si buscas agregar alguna novedad a la cava de tu casa. Y a diferencia de algunas propuestas —coff, coff, Brutal—, ellos no cobran descorche si compras algún vino de casa y te lo tomas ahí mismo. Esto parecería normal, pero en una de las zonas más gentrificadas como es la Condesa, créeme, no siempre pasa.
La comida es sencilla: tapas y casual food pensadas para...
De los creadores de Licorería Limantour, llega a las calles un nuevo bar coctelero: Baltra. Contrario a sus antecesores, el lugar es pequeño, de menú corto y, digamos, “informal” ya que, por su concepto, no tienen meseros ni hostess. Lo anterior no quiere decir que no sean superformales con la atención o el servicio, sino que se quitaron de poses para que las personas detrás y delante de la barra convivieran de manera más cercana, lo cual sin duda se logra.
Además de los cocteles de la carta, tienen algunos menús de temporada que suelen cambiar con frecuencia y que aparecen anotados en un pequeño pizarrón a la izquierda de la barra. Si tienes suerte, el día que vayas vas a encontrarte con su versión del clásico sazerac, que aquí se sirve con mezcal.
Si no, para estos días en los que el sol ya comienza a calentar demasiado nuestros asfaltos, hay un trago esplendorosamente fresco: el lavandula, que lleva bourbon, Cynar, lavanda y un toque de cítricos. Es el ying-yang de los tragos. Fuerte gracias al bourbon, pero delicado por la lavanda. Herbal por el cynar —licor de 13 hierbas— y frutal por los cítricos. Oh, sí. El día y la noche. Lo masculino y lo femenino. Lo podría pedir tres veces seguidas, pero la cosa es que hay que ir probando recetas nuevas.
Las botanas tienen la magia de lo sencillo: variedad de aceitunas acompañadas con salsa de la casa —presiento que contiene salsa Maggi, lo cual es pecado, pero la verdad es que el resultado es bueno— y huevitos de codorniz...
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El whisky tiene un templo en el DF y nosotros acudimos a rezarle.
Constatamos que hay whisky de origen japonés. Y que es tan respetable como el de Escocia. Todo esto en Wallace, bar dedicado al elixir de la cebada con más de 150 etiquetas diferentes.
Lo complicado llega al momento de elegir entre un bourbon, un scotch o un single malt, pero Marcos, el jefe de barra, imparte cátedra whiskera. Aquí sugerimos la especialidad de la casa: el wallace, mezcla de whisky, jengibre y pepino.
Si el alcohol fuerte te amilana, hay una larga lista de cervezas importadas. De comer, pide fish and chips, el maridaje ancestral de estas bebidas, o la desbordante hamburguesa wallace, con champiñones y queso provolone.
Quizá sea el grado de alcohol, pero las bebidas desaparecen de los vasos a ritmo de jazz, blues, funk y soul mientras la conversación se pone interesante. En el segundo piso, si aún puedes sostener el taco, hay una mesa de billar, salitas privadas y una terraza decorada con butacas de cine antiguo, que sirve como área para fumar. Una de estas salas, por cierto, tiene planes de ser convertida en un club de whisky con degustaciones y cata.
Un consentido de la zona para aflojar la corbata al final del día y beber cava a un precio decente. Se especializan en vinos espumosos de Cataluña, pero si prefieres cerveza o cualquier otra bebida también la encuentras. La cocina es principalmente española y las tapas están enfocadas al maridaje de las bebidas. A veces organizan catas, los martes son de jazz y los domingos puedes curarte la cruda con una generosa paella.
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La máquina del tiempo sufrió un desvío y el año 1521 aterrizó sobre Álvaro Obregón. Cuando creímos que la nueva década se trataría de minimalismos y espacios en blanco, llegan proyectos como Tlecán, que nos hace retomar nuestras raíces sin siquiera saber que lo necesitábamos. Y bueno, a nadie le cae mal una nueva mezcalería en plena hipsterosa delegación.
Tlecán significa lugar del fuego en náhuatl; vaya, la matriz del concepto radica en esta connotación a la cultura prehispánica. Tras pasar la angosta entrada, te topas con una iluminación interior juguetona, entre sombras y tenues focos en rincones estratégicos —trabajo del estudio mexicano Lum Lum Iluminación—, el olor a incienso recorre la nariz y la vista se pierde en el color chedron de las paredes desnudas.
La Gran Tenochtitlán sigue presente en una réplica de la escultura conocida como el disco de la muerte —obras de Tezontle Studio—. ¿Y qué sería de la historia mexicana sin sus destilados? Tienen mezcales de Oaxaca, Michoacán, Durango y Sonora. El tobalá se suma a la gama de los aromáticos que se sienten suaves al primer sorbo, mientras en el cuishe destaca el sentido ahumado.
Los cocteles son tan particulares como su audiencia (o sea, hay diversidad), donde el old fashioned 175 es un trago corto de mucha personalidad con amaro y espadín, rematador con azúcar mascabado macerado. Hay un vampiro 165 con espadín, cuyo jarabe de pimiento se siente más como un caldo tomatoso, aunque bien bajado en frescura gracias a los...
La coctelería de autor dejó de ser una moda y se ha ganado poco a poco un lugar no solo en nuestros corazones, sino en los diversos bares que han abierto en la CDMX. Deleted Souls está sobre la calle de Tamaulipas en la Condesa, y si no sabes qué hay ahí, el recinto podría pasar desapercibido.
En cuanto entras te remontas a aquella época de prohibición con su luz tenue, ambiente, y una enorme barra hasta el final del local. Detrás de este proyecto están Nur Farah y Lwan Medina, mientras los mixólogos Christian Salinas, José Ramón y Antonio Rodríguez toman batuta para cocteles de autor.
Con más de 20 tragos exclusivos, encontrarás el que sea perfecto para ti: el de la casa, deleted souls, con ginebra, carbón activo, limón, jarabe de canela y naranja que culmina en un poderoso color negro de ligero dulzor y un extraño pero cumplidor sabor ahumado; zombie bastard, además de atraparte con el nombre, se convierte en toda una experiencia servido en vasos tikis y con maridaje: primero deberás apagar el shot, tomarlo y luego probar tu bebida, el sabor de maracuyá inunda tu paladar y logra complementarse con el ron.
Si quieres algo con mezcal, prueba marca lenguas con mezcal, limón, pepino y hierbabuena en un vaso escarchado con sal de gusano, el clásico refrescante. Y para curar el hambre puedes acudir a unas crujientes papas a la francesa con aceite de trufa (que bien podría tener más sabor). Otra opción son los camarones roca o matilda’s burguer elaborada con la receta secreta...
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