Las ilustraciones de Carlos Rodríguez, “Radríguez”, muestran a hombres desnudos en situaciones divertidas; una especie de diario visual que cualquiera anhelaría: orgías, tríos, felaciones, posturas sexuales y escenas cotidianas un tanto intimistas, pero sus imágenes son sobre todo un gran arcoíris de corporalidades que salen de la heteronorma.
Aunque es la comunidad bear una de sus grandes seguidores, Carlos no ilustra osos; plasma desnudos de cuerpos robustos y viriles que disfrutan de su sexualidad sin retraimientos y que empoderan a los homosexuales. Radríguez hace de los cuerpos desbordados algo probable, aspiracional y estético.