Si te fascina visitar los parques de la Ciudad de México y te la vives en el Jardín Botánico de Chapultepec, te recomendamos lugares para comprar flores y plantas que decoren tu hogar.
También visitas estos lugares con macetas y terrarios en la CDMX.
De acuerdo con la ciencia, la razón por la que nos gusta el aroma a flores es que, al ser los órganos sexuales de la planta, nos recuerdan el olor del cuerpo humano. Quizás por eso su destino casi siempre está en la perfumería o en el cortejo. Hemos llegado a normalizar el consumo de la planta, del fruto, del hongo o de la raíz, pero no el de las flores, quizás para no fracturar ese símbolo de belleza.
Sin embargo, esa idea de que las flores son exclusivamente alegres y otros olorosos regalos no nos la compramos. Desde la antigüedad denominábamos deidades que vigilaban el crecimiento de las flores y las incluíamos en rituales mortuorios que tienen más que ver con celebrar la muerte que con lamentarla. Dejando atrás su apariencia, el simple olor del cempasúchil nos remite a una de las fiestas culturales más grandes del país, demostrando una vez más su conexión con nuestra memoria.
También desde tiempos prehispánicos, las flores han sido utilizadas en la cocina, por lo que quizás podríamos considerarnos unos de los primeros “comeflores”. Por más raro que suene, todos esos ingredientes hoy resuenan en platillos cotidianos que no consideramos en lo absoluto exóticos. ¿Cuándo comiste por última vez una quesadilla de flor de calabaza o te echaste un mezcal con agua de jamaica? Y en cambio algunas como la flor de maguey o el izote, poco a poco, las hemos dejado de invitar a la mesa.
Hoy, las flores componen gran parte del colorido en los mercados, flores como las bugambilias y las jacarandas ofrecen espectáculos visuales cotidianos, y las nochebuenas siempre llegan punteas para anunciar las fiestas de fin de año. Ante tal variedad de flores en la ciudad deberías pensártela dos veces antes de regalar un sencillo ramo de rosas.