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Dónde comer por menos de $150 en la Juárez
No lleves más de 150 pesos a estos lugares en donde podrás comer bueno, bonito y barato
Para comer barato en una colonia como La Juárez, hay que saber a dónde dirigirse. También puedes comer por menos de $150 en la Roma, Del Valle y Condesa.
Comer por menos de 150 pesos en la Juárez
Distrito Fijo Club de Ciclismo
Estaciona tu bici, has llegado al nuevo club de ciclismo. Te recibe la barra, el corazón del local, en donde puedes apreciar el arte del barista que infusiona al momento. Sube las escaleras que te conducen a una sala común. Ahí encontrarás un showroom de parafernalia ciclista, con playeras, mochilas, manubrios y hasta llantas. Todo a la venta para volver locos a los apasionados de este deporte. En la carta encuentras desayunos ligeros, como fruta, ensaladas y toasts. También hay opciones más llenadoras como waffles, panadas, panqués y ciabattas. La vajilla y las tazas son de cerámica rústica, diseñadas en exclusiva para DFCC. Ordené una ciabatta lemond, con pechuga de pavo, queso monterrey jack, jitomates deshidratados y mayonesa de eneldo. Deliciosa. Para tomar pide un café chiapaneco con el método chemex, su sabor es más puro. También probé un latte clásico y unos waffles de dos pisos: el de arriba forrado de nutella y plátano, el de abajo casi desnudo. Buen sabor, pero la textura es un poco dura. Si estás apurado, toma tu café en la barra inferior. O bien, si tienes tiempo, sube al salón, relájate y conoce a otros biciamantes, mientras disfrutas del concepto de esta bike shop y cafetería.
Pixza
Los tlacoyos, las quesadillas y los sopes pueden ser de maíz azul. La masa índigo hace las tlayudas más interesantes. También las pizzas. Sí, leíste bien: pizzas cuya masa está elaborada con maíz del color del cielo.En este pequeño local de la Zona Rosa, las rebanadas son abundantes y llenadoras, y predominan los ingredientes mexicanos tradicionales como nopales, chicharrón prensado y cochinita pibil. Las describiría como las hijas de una pizza y una tlayuda; los quesos manchego y Oaxaca complementan muy bien el sabor a maíz de la masa, menos densa que la de una pizza común y corriente. Aunque el espacio es limitado y los asientos son escasos, el servicio es eficaz. Lo ideal es parar aquí, comerse una rebanada como quien se come un antojito callejero, y continuar con ánimos para la fiesta que nunca termina en la zona. Además, por cada cinco rebanadas de pizza (pixza, perdón) que compren los clientes podrán apoyar a una persona en situación de calle mediante una estrategia de empoderamiento social. En ésta, no sólo se contempla regalar comida, sino cursos gratuitos, cortes de pelo, baño y asistencia médica a personas desfavorecidas, así como la posibilidad de un empleo.Pero volvamos a las pixzas. Recomiendo la romántica, de cochinita pibil con cebolla morada y habanero; la mal amarrada, con tamal de Xantolo -relleno de pollo, carne de cerdo, ajo, chile morita y hoja santa- cocinado en hoja de plátano; y la penta, de chicharrón en salsa verde con chile cuaresmeño.También las ha
Citronela Cocina
Un olor altamente aromático, cítrico y un tanto mordaz es el que distingue a la hierba de la citronela. Llega a ser tan poderoso que puede predominar e interponerse ante cualquier otro. Citronela Cocina, primo de Pan Comido y Chomp Chomp, pretende destacar de la misma manera en la Juárez. El restaurante sirve un menú diario por 110 pesos: sopa, ensalada y guisado engalanado de cocina tradicional mexicana. La cara fancy de la comida corrida. La carta está llena de diversas opciones cuyo hilo conductor es el comfort food. Mi recomendación personal, sin afán de fastidiar a aquellos con síndrome de Mafalda, son las sopas. En especial la crema de tomate, servida con una coqueta tetera de peltre hacia un plato hondo que contiene pequeñas perlas de queso de cabra cubiertas de ajonjolí. Otra entrada que sobresale son las setas salteadas con chipotle. Por otro lado, las opciones de plato fuerte presentan varias opciones de proteínas, como el pollo kiev, una dorada esfera de pollo empanizado rellena de queso y jamón serrano; el pescado envuelto en hoja santa, o el filete de res bañado en puré de berenjena. Grandes sabores en pequeñas porciones. La alternativa vegetariana es la torta cubana, con salchicha de tofu, milanesa de soya y chorizo vegetariano de muy buen sazón, aunque quizás el conjunto carece un poco de vegetales. El lugar sigue con la idea de decoración hipster a la que sus primos nos han acostumbrado: mesas de madera reutilizada, mosaicos y uno que otro Mason Jar. Aunque el
Otro Café Juárez
Después de echarle un ojo a las creaciones de los diseñadores independientes de Bazar Fusión es obligatorio hacer una parada en este local. Me cuentan que la dueña es marroquí, que vivió mucho tiempo en Francia y que es artista. Algunas de sus obras decoran el espacio: rostros, perfiles de personajes, expresiones calmadas. El resto del lugar sigue la máxima de la decoración ecléctica y todos los muebles son rescatados de algún mercado de pulgas, en muy buen estado y de buen gusto. El café es un verdadero placer. La marca es suya. El grano es de tipo bourbon y les llega verde de Chiapas. Luego, en su casa matriz de la Anzures, hacen un tueste medio-alto. Lo mejor, según ellos, es consumir el café ya molido a partir del cuarto día, tiempo en el que está en su momento idóneo. Su especialidad es el espresso, que usan como base para el resto de sus preparaciones. El cappuccino italiano es la cosa más gloriosa que he probado. En primer lugar, lo hacen de una manera poco convencional, no como en otros lados en donde espuman la leche, la vierten en la taza y al final echan la onza de café espresso para formar espuma en la parte superior. Aquí, en cambio, vierten primero el café en una taza normal (no alta) y luego acreman, es decir, la mantienen a la temperatura exacta sin que hierva para obtener toda la sacarosa, que es básicamente lo dulce. Por eso, lo ideal es no agregarle azúcar. Finalmente, vacían la leche en la taza con el café y ¡listo! Corpóreo, equilibrado, ligeramente dulce
Don Rosendo
Sorprende de tan sencillo que es. Hay de tres: brochetas de camarón, tacos de camarón o de chapulines. Punto. Las brochetas son las clásicas "envarazadas" de Tepoztlán, servidas en una vara de madera en la que los camarones son asados al carbón tras ser marinados con las salsas secretas de la casa. El primer bocado sabe a una noche de campamento en la playa, con la madera de la fogata crujiendo y el olor de los camarones humeantes. Una mordida es relajación instantánea. Para acompañarlos ofrecen pulques de Tepoztlán (curados por el mismísimo don Rosendo) y micheladas. La trilogía de opciones va así: la normal, la tepoztlán (con chamoy, chile y tamarindo) y la que tiene clamato. El lugar sigue la máxima de “keep it simple” hasta la decoración. Una barra de madera recorre el perímetro interior, pasando por dos paredes de mosaicos de cerámica, hasta llegar a la parrilla. Luego, un par de mesas en la banqueta, donde se antoja ir a crudear una tarde y recuperarse con unas micheladas y el inigualable sabor de lo simple.
Yug Vegetarianos
Probablemente el restaurante vegetariano más tradicional de la ciudad, Yug ocupa la planta baja de un edificio de Mario Pani desde 1963. Sus dueños fueron de los primeros vegetarianos en el país que experimentaron para conseguir los sabores mexicanos clásicos sin carne. La pintura descarapelada en las paredes es como un trofeo que el tiempo le reconoce al restaurante. Diario tienen un menú corrido y un buffet por menos de cien pesos además de las opciones a la carta. Nuestros favoritos: los tacos al pastor, la hamburguesa de soya y las carnitas. Los platillos en general son clásicos caseros como milanesa o spaghetti a la boloñesa. De tomar hay aguas del día de sabores como guanábana o mango y cerveza sin alcohol. Entre semana la clientela es una mezcla de vegetarianos de la vieja escuela y oficinistas de la Juárez que van solos, por lo que puedes decir “mesa para uno” sin pena. Además tienen una panadería famosa y paquetes muy atractivos para el bolsillo ligero, como el buffet o el de café y crepa por 45 pesos.
Lugarda Itacatería
Lugarda debe su nombre a una mujer revolucionaria, una adelita que cocinaba para los soldados. Por fuera, el lugar llama poco la atención: es un secreto de vecinos y oficinistas de la zona que se regocijan con tacitas de té y platillos como baguettes, crepas o tapas que Lugarda hace suyos a partir de combinaciones nuevas para el paladar. Como ejemplos están la baguette de queso camembert, manzana y arándano o la crepa de queso de cabra, suprema de naranja y salsa de coco. Esta “itacatería” ofrece sopas, panes y tartas del día, por lo que a la hora de la comida la gente se encuentra codo a codo, levantando muy bien la nariz, tratando de olfatear qué saldrá del horno. En cuanto a bebidas, la especialidad de la casa son las sodas: infusiones naturales y recetas exclusivas en combinaciones como jengibre, miel y limón; cardamomo, jengibre y naranja, o la que considero la ganadora: canela y naranja. Estos sabores también se pueden pedir en té, dependiendo el gusto o el clima. El café es una mezcla propia con granos chiapanecos y veracruzanos. Recomiendo probarlo cortado. Está disponible también por kilo para repetir la poción en casa, al igual que otros cafés que llegan del sureste del país a través del comercio justo. El chocolate oaxaqueño se sirve como cocoa o en una receta artesanal con algunos tonos de canela. Para acompañar los brebajes, el pan sale a las 8am y a las 6pm, por lo que estos horarios son buenos para visitar la cafetería. Constantemente desfilan entre el horno y
Panadería Rosetta Juárez
Érase una vez un restaurante con una panadería cuyo pan era tan bueno que toda la gente lo comía. Ovaciones lo llevaron a abrir un estrechito local en la Roma, rústico y sofisticado a la vez. Su luz dulce y el alegre jazz en el aire reflejaban el sabor candoroso de sus panes. Pero no era suficiente tener los mejores pains au chocolat de la ciudad; no eran suficientes sus roles de ricotta ni sus delirantes berenjenas a la parmesana. Tampoco sus decentes precios o uno de los mejores americanos de la zona. Hacía falta espacio. Nada puede dar más gusto que algo de calidad llegue a más lugares. Abrir otra panadería ya parecía inevitable. Fue así que la chef Elena Reygadas, una de las mujeres más aplaudidas en la gastronomía de la ciudad, abrió otro espacio en la Juárez, a unos minutos de sus otros locales. La nueva Panadería Rosetta es muy atractiva. Pisos blanquinegros, candelabros oxidados, barras con asientos de cuero negro. Techos altos y paredes que entremezclan unos supuestos frescos deslavados con otras de grandes ladrillos expuestos. El centro de la panadería son unas vitrinas que seducen a cualquiera, con panes mostrándose en todo su esplendor. El antojo es la mejor brújula aquí, pues no hay nada que sea malo. Además de la barra, también hay una terraza de piso de piedritas con mesas metálicas y un segundo piso más íntimo. Lo único que le cambiaría sería la música de éxitos recientes de pop por el jazz que ponen en la de la Roma. Ofrecen café, un muy buen americano, y tés
Café Bar Génova
Es un punto de encuentro clásico para los grupos de amigos gays que se ponen de acuerdo en echarse unas enchiladas y un jugo de naranja, mientras descuartizan ferozmente los modelitos de sus colegas que van pasando frente a la mesas, sobre los adoquines de Génova. El menú es económico, entre 100 y 120 pesos por persona. Ofrece típicos antojos mexicanos, como huaraches, tacos, chilaquiles o varias preparaciones de huevos, además de jugos de fruta y cervezas. Lo mejor es que la vista a la pasarela de Génova y el viboreo son gratis.
O'Mandu
Para empezar la juerga sin el estómago vacío. De esas joyitas escondidas en las calles más tranquilas y bohemias de la Zona Rosa, local de panes al vapor estilo coreano en buenas opciones saladas y dulces. Se arma un buen ambiente con música pop.