¿Ya viviste los antros y bares para mayores de 30? Estar en el tercer piso no es lo mismo que tener 40, tampoco quiere decir que ya no vas a bailar o a reventar toda la noche; pero sin duda querrás tener algo rico para comer, música de buena calidad y ni de broma uno de esos tragos de cortesía que te sirven en algunos antros mientras te rodean esos millenialls con una peda desmedida encima, ¿verdad?
En esta lista encontrarás una selección de lugares para bailar salsa o escuchar rock, bares de cocteles y cantinas de respeto. Y por si te hace falta, también te sugerimos algunos bares para solteros.
Al fondo de Salón Ríos se oculta la entrada a El Babalú, el nuevo salón y extensión del Ríos. Al subir las escaleras está un espacio privado en el segundo piso, con piso de madera y ventanas que dan hacia Río Lerma. Además de las bebidas de Salón Ríos, ahora hay creaciones del mixólogo Christian Haruky. Todos los jueves a partir de las 9pm llega el momento de tomar clases de salsa, aprenderás o presumirás esos pasos guapachosos.
En las bóvedas subterráneas de lo que hace algunos años era el Banco de México, que ahora emulan al Zinc, el legendario club de jazz de Nueva York. Callado a momentos, los silencios se interrumpen con las armonías complejas y la polirritmia de cualquiera de los muchos géneros del jazz.
Por dentro es un lugar reducido con una barra simple en donde compras desde media onza de mezcal, hasta una botella. Los estantes repletos de botellas (las mejores marcas y estilos en México) y cervezas hacen juego con las dos mesas y los bancos de madera y bases de hierro forjado que están en el exterior. La carta es extensa en agaves: desde los clásicos espadín y tobalá, hasta otros más raros como el tobaziche y cupreata.
Aquí lo que rifa son los mezcales. Hay amplia variedad de marcas (aunque rara vez suelen tenerlos todos en existencia). De hecho, por lugares como este es que se hizo costumbre esa frase de la desesperación urbana contemporánea: “Urgen unos mezcales”, “Mezcal necesario”, “Tenemos que echarnos unos mezcales para platicar de eso”.
Nació por la necesidad de demostrarle al cliente que se puede tener todo en un mismo lugar: buena música, comida y un ambiente que es al mismo tiempo privado y divertido para salir en la noche y estar cómodo con tus amigos. Es un espacio al estilo pub que invita a proyectos emergentes y consolidados por igual.
El son cubano resuena en cada rincón de esta casa con tres pisos, los mensajes de sus visitantes decoran las paredes, aun si es tu primera vez, evita el verte novato volteando a todos lados tratando de encontrar firmas reconocidas (tendrás tiempo después del primer mojito).
Hay mesas con pequeños grupos de amigos, parejas, y grupos que tocan clásicos de salsa, no con la intención de armar baile, sino para poner ambiente, con lo que se creaba una atmósfera animada sin llegar a ser un franco desmadre.
Enorme y guapa barra, mesas rojas, espejos opacos. Es una cantina vieja y eso se ve y se disfruta. La decoración es un viaje en el tiempo hasta el Porfiriato y aunque el menú se reduce a tacos de guisado vale la pena, mucho.
Para las noches guapachosas no hay que buscarle mucho pues está este bar iztapalapense que de jueves a sábado le prende fuego a las suelas. A Pico y Espolón te propone cubetas de chelas, unas cubas, una parrillada para ti y todos tus amigos mientras suena la cumbia y la salsa en vivo.
Cantina octagenaria de la San Rafael que durante décadas ha tenido ese doble papel de restaurante familiar por las tardes y after que recibe a sus clientes desde las ocho de la mañana, para crear la ilusión de que la noche no ha llegado a su fin. A esas horas predomina el tumulto, la estridencia y los ramos de flores artificiales enviados de manera anónima.
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