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Restaurantes de comida mexicana
La comida de todos los estados de la república es la que compone la gastronomía de la CDMX
Descubre las loncherías, las mejores tortas ahogadas y chiles en nogada en la Ciudad de México.
Comida mexicana en la CDMX
Comal de Piedra
Cocina justa e ingredientes de la madre naturaleza, una suma de elementos que componen el trabajo del chef Othón Gayosso en Comal de Piedra. Bajo la valoración de la comida mexicana contemporánea, este chef originario de la sierra norte de Puebla retoma los sabores del Valle de México y los eleva a la décima potencia tanto en degustación como presentación. Vivimos tan abrumados en el mundo de las bebidas maquilladas en azúcar, que encontrar el balance ideal del trago artesanal parece un buen reto. Por suerte Comal de Piedra lo logró y formó cocteles que nos transportan a la era prehispánica: están el nool (abuelo en maya) con ron y notas dulces gracias al jugo de durazno; o el que lleva el nombre del lugar, un elixir oscuro hecho con carbón activado, mezcal, jugo de piña (misma que se tatema), jarabe de canela y sal negra. Basta echarle una ojeada el menú para notar que lo mexicano está más que presente: echalote, huitlacoche, maíz criollo, frijol, queso cotija y camote asomados ante una historia culinaria de raíces. El clímax llega con un sorprendente taco de lengua cocida al alto vacío y salsa martajada sobre tortilla hecha a mano; puede seguirle una suave sopa de frijol con milpa que acentúa el elotito asado. Entre los platillos fuertes hay un short rib braseado en cerveza (a veces es pale ale, en otras jagger) con huevo pochado al centro y muy bien acomodado en una cama de lentejas: el equilibrio más atinado de los sabores arrebatadores. Para irse tranquilo en la zona de
La Casa de los Tacos
La cocina mexicana se la toman muy en serio en esta taquería de Coyoacán, el olor a parrilla y a tortillas comaleadas te llenan de inmediato la nariz. Puedes probar unas calabacitas rellenas de chile poblano en una salsa de pulque o unos tacos de chorizo verde de sabor artesanal. Pero, una de sus especialidades son los gusanos de maguey y los chapulines, aquí los saben preparar así que no puedes dejar de probarlos. Están los chinicuiles, que son los gusanos de maguey rojos, o los meocuiles, que son blancos. Los acompañan con un guacamole fresco, totopos y unas tortillas recién hechas. Pregunta si tienen jabalí o venado, pues también son otras de las especialidades de esta cocina típica mexicana.
El Lago
Su lema es que son “El restaurante más bonito de México”. Desde su apertura en 1964 su calidad gastronómica ha fluctuado en fuertes altibajos. En algún punto se convirtió en un restaurante exclusivo para extranjeros, comidas de negocios y gente mayor, para muchos quedó en el recuerdo como el lugar donde alguna vez comieron con la familia, es un lugar que hoy sigue inspirando nostalgia. Su presencia junto al Lago Mayor del Bosque de Chapultepec ha perdurado por más de 50 años; o dicho de otra manera, es un ícono de la historia restaurantera de la Ciudad de México. El nombre Félix Candela te sonará más familiar si lo relacionas con el edificio de la Bolsa Mexicana de Valores; el Mercado de Coyoacán; así como las estaciones del Metro San Lázaro, Candelaria y Merced; todas construidas por el mismo arquitecto que le dio forma a El Lago, con su diseño característico de paraboloide hiperbólico. Esto resultó en un estético restaurante con una de las mejores vistas panorámicas a un costado del lago, posteriormente retocado por Sordo Magdaleno, arquitecto de los hoteles Presidente Intercontinental y Sheraton María Isabel. En El Lago no encontrarás propuestas sofisticadas de gastronomía, sino comida mexicana. Hoy, por qué no, se enfoca en la cocina mexicana contemporánea, esa que involucra ingredientes de cualquier parte de México y presentaciones llevadas a la región más colorida y vistosa para el ojo. Aún se mantiene ideal entre los restaurantes para turistas porque el enamoramiento q
Tabula Rasa
El latín tabula significa tabla, y rasa proviene de rasus, que refiere a la propiedad de algo liso y sin estorbo. De esta connotación nace el nombre de un proyecto culinario cuya finalidad es dejar atrás los juicios a la hora de comer. José Ángel González y Luis Felipe Rojas crearon Tabula Rasa hace seis años en la Cuauhtémoc, con un espacio de menos de 50 metros cuadrados; hace un año se cambiaron a un espacio mayor en Tlalpan y la dinámica ha cobrado fuerza conforme el proyecto crece en experiencia: organizar brunch, comidas y cenas con amigos locales y extranjeros, una gama más folclórica además de los restaurantes de comida mexicana para turistas. Son los primeros en México en usar eatwith, aplicación que conecta a viajeros con citadinos anfitriones de un almuerzo hecho en casa. Con esta app, los externos pagan y apartan la opción que deseen, pero en Tabula Rasa también está abierta la invitación de organizar cualquier tipo de reunión para conocer nuevas personas. Festividades como Día de Muertos con el pan de muerto, para la Fiesta la Candelaria o las mejores roscas de reyes son de los principales. Mientras Felipe acomoda la mesa, Ángel está en la cocina: “siempre me gustó la idea de cocinar y de servir un platillo hecho con cariño”, comenta el co-fundador. Aunque Ángel no es chef profesional, aprendió las recetas de remembranza, de olores, texturas y cocciones procedentes de la cocina de su mamá, quien de vez en cuando hacía dulces en la Dulcería de Celaya. Este aprendi
Comixcal
Este pedacito de Oaxaca fue traído por la chef Marahí López, que desde el Istmo de Tehuantepec nos ha dado uno de los restaurantes más fieles a la comida oaxaqueña. Algo que me gustó de Comixcal es lo amigable de su carta; no solo te dice qué ingredientes lleva cada plato, también de qué región de Oaxaca proviene. Ensucié la colorida mesa con las garnachitas istmeñas; cinco tortillitas fritas, coronadas con carne de res deshebrada, cebolla y queso oreado —¡Dios, salivé solo de recordarlo!—; crujientes y perfectas para abrir el apetito. Después llegaron las costillas ahumadas con ramas de limón agrio del Valle Nacional de Tuxtepec, con dos cazuelitas; una de arroz y otra con frijoles aromatizados con hoja de aguacate y picositos. La combinación de lo ácido y crujiente de la carne se mezcló a la perfección con lo dulce y picante de los frijoles. Como tip: Pregunta por sus cervezas oaxaqueñas Tierra Blanca. Yo me bajé lo enchilado con la Tierra Ahumada; una stout con notas de café.
Maíz de Cacao
Antojitos de la Huasteca en un rincón de la Roma, así llega Maíz de Cacao con una carta destinada a saborearse desde su lectura. Se asumen también como un centro de investigación y degustación del maíz y del cacao con el objetivo de llevar conciencia a través del paladar. Las mesas son para compartir y en la cocina abierta, Chá y el resto del equipo se asoman entre ollas y comales de barro. Nixtamalizan, muelen y preparan las tortillas con maíz criollo, incluso me tocó ver cómo pelaban el cacao. Al inicio llegaron unos esquites con chile seco y ajonjolí, montaña de tiernos granos y queso fresco con el picor que vigoriza a la lengua. De la sección tamalera agarré el chokotamali. Un tamal de maíz con trozos de nuez y canela que me recordaron a la calidez de una posada, con relleno de chocolate amargo para rematar la dulzura con fortaleza. El cacao líquido para deleite de los amantes de este ingrediente: anatolia con agua; el chiste es pedirlo sin endulzar para agarrar todo su amargor y disfrutar las partes troceadas al fondo de la taza. Doña Julia, una de las cocineras, nos dijo que uno no puede estar de malas porque el comal no jala, y así de sincera se siente la comida: es remembranza y tradición a bocados.
Barbacoa El Paisano
Un restaurante típico de barbacoa, que trae todos sus insumos desde Tulancingo, Hidalgo. El lugar está forrado por dentro de madera, justo como sus símiles en dicho estado. De sazón, ni se diga. La carne y el consomé salen de entre pencas, en la cocina cercana a la puerta. Sabe exactamente a la que se sirve en pueblitos de la Huasteca de dicho estado. Aunque todo gira alrededor de la barbacoa, que venden por kilo para llevar o en tacos, también tienen carnitas, flautas, tacos de panza, cabeza de borrego, órdenes de hígado, sopes, quesadillas de sesos o huitlacoche, frijoles aztecas, así como platos rancheros con aguacate, nopalitos, queso de rancho y chicharrón. Hay chinicuiles, escamoles, gusanos de maguey, mixiotes y hasta curados de pulque. Sea lo que sea de lo que tengas antojo, sin duda debes probar su especialidad en tacos. Llegan a la mesa cubiertos por una manta de tela, para que no se enfríen, y acompañados de cebolla, cilantro y salsa picante verde o roja. La acompañante de cajón es una cerveza bien fría, pero sin duda puedes elegir también un café de olla o un agua fresca. Otra cosa importante. Debido a que los dueños respetan el concepto de comer barbacoa como en Hidalgo, solo abren sábados y domingos.
Hogaza Panadería Gourmet Restaurante
La expresión “huele a pan” toma un sentido completamente diferente cuando pasas por esta panadería, especialmente entre 1 y 3pm, pues es la hora de la comida de los oficinistas en la zona de Barranca del Muerto. La calle no sólo huele a pan, sino que huele a toda la gama de aromas que un horno puede expedir; como especias, levadura y alguna salsa. Esto se debe a la bipolaridad de la Hogaza, porque de ser una panadería en Plateros (a la vuelta), expandió sus horizontes para ofrecer más delicias que combinen perfectamente con un pan fresco y recién horneado en este restaurante. Ahora puedes disfrutar de ambas modalidades. Todos los panes como cuernitos, baguettes, pasteles y tartas de la panadería, también los puedes adquirir aquí. Este restaurante tiene una terraza con un par de mesas y en el área interior unas cuantas más para que comas y bebas café chiapaneco recién hecho. El menú es como el de una fonda y los precios lo sustentan. Para desayunar hay chilaquiles con pollo o huevo, a 40 pesos. Tienen todas las posibilidades de revoltura con huevos: con chorizo, salchicha, tocino y hasta espinacas. Si tienes el estómago delicado pide un plato de frutas surtidas con queso cottage. En realidad, yo probaría los molletes porque el pan es excelente y en el menú los anuncian con “con pico de gallo y un toque de especias”. Para comer la cosa se pone aún mejor, hay ciabattas con jamón de pavo, serrano y de pechuga; probé la de salami artesanal con queso manchego y quedé mucho más que
El Rey del Suadero
Cuando alguien pregunta por unos buenos tacos en Polanco, el 90% de los conocedores recomiendan el Rey del Suadero. Es una taquería que apenas se asoma sobre Horacio, a unas cuadras de Mariano Escobedo. Por fuera y del lado izquierdo verás el enorme trompo de carne al pastor y del lado derecho la freidora especial para el suadero, en donde se aglomeran los oficinistas de Polanco a partir de las 2pm. Todo el día hay movimiento en esta taquería, y no es para menos pues aunque su nombre es muy claro, el suadero no es lo único deleitoso que te ofrecen. La carne al pastor la sirven dorada y sabe mejor en tortilla de maíz con cebolla y cilantro; la lengua es suavecita y justa en sal, con salsa verde; el suadero también es otro tema, la carne es jugosa, poco grasosa y con sabor y textura característicos que le da la fritura. También hay longaniza, cabeza, costilla y chuleta, que puedes pedir en tortilla de harina o torta. También preparan birria, puedes pedir desde media orden (45 pesos) o para abrir el apetito un consomé. No dejes de probar la especialidad: la creación del rey. Se trata de un pan árabe –pita– tostado con carne de suadero, tienes que pedirlo con queso y bañarlo la carne en salsa roja. Para beber, el mejor acompañante del suadero es la cerveza, con clamato, michelada o chamoy; ideales para la cruda. Una vez que pruebes los tacos del Rey del Suadero serás tú mismo quien decida si son dignos de rendirles tributo.
El Bajío
Solo para que te des una idea de la relevancia de El Bajío —que por cierto ya sobrepasó los 48 años de existencia, con 19 sucursales—, y más aún de esta sede: en 2002 el chef Ferrán Adrià, del legendario restaurante El Bulli, visitó a su dueña, Carmen Ramírez (mejor conocida como Titita), en Azcapotzalco, y aseguró que era “el mejor restaurante del mundo”. Adrià se enamoró tanto de las gorditas infladas, que se inspiró en ellas para hacer las air bags que incluyó en la carta de su ya extinto restaurante. El Bajío conserva ese aire de cocina de pueblo (especializada en el Bajío mexicano, pero sin duda con toques de todo el país), con ciertos tintes modernos. Si vas, no te saltes las gorditas saladas o anisadas, para acompañar de un café de olla, el caldo Xóchitl, las quesadillas de hongos, los huaraches con guarnición de guacamole y las empanadas de plátano rellenas de frijoles. Tampoco olvides el mole de olla. Aunque para beber hay muchas opciones, con o sin alcohol, de todas nos quedamos con los mezcales artesanales y las margaritas. A estas últimas las encuentras en todas las cartas de todos los restaurantes de comida mexicana tradicional. Pero algo hacen en la barra del Bajío, que son especialmente ricas.