brujas bar exterior
Foto: Alejandra Carbajal

Bares para ir con tus amigas en la CDMX

En estos bares te puedes echar un trago con tus amigas, sentirte segura y disfrutar de la vida nocturna de la CDMX.

Andrea Vázquez
Escrito por
Andrea Vázquez
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Lo sabemos, todas extrañamos salir de fiesta y bailar hasta el amanecer. Por ahora, gracias a cierto virus, tenemos que pausar esas ganas. Pero no te preocupes, seguro cuando sea el momento de salir de nuevo verás a tus amigas con más ímpetu y van a requerir una visita a los mejores bares para salir con tus amigas en la CDMX.

En estos bares, además de que te sentirás segura, podrás tener la certeza de que nadie las va a interrumpir. Aquí solo hay buena vibra. Así que son perfectos para que tú y tus amigas se pongan al corriente de lo que les ha sucedido en los últimos meses, con tragos deliciosos y buen amiente. ¡Algunos de ellos incluso son operados por puras mujeres! 

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Bares para ir con tus amigas en la CDMX

  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Roma
  • precio 3 de 4

Bien dice la canción popular “La Bruja”: qué bonito es volar a las dos de la mañana. ¿Y saben qué también lo es? Salir del bar a esa hora. Pero mientras esperamos que la dinámica madrugadora en los bares de la ciudad se retome, nos quedamos hasta las 10pm volando dentro de Brujas.

Esta nueva apertura yace en la planta baja de “la casa de las brujas”, el edificio en la Roma con techo en forma de pico y donde, cuenta la leyenda, habitaba una chamana de nombre Pachita. El hechizo inicia con un interior de hipnotizantes tonos cobrizos y mucho uso de madera, mientras el resto de los elementos juegan con el misticismo de este concepto mágico: tienen libros de pasta dura sobre las repisas a la altura del techo, taxidermia, artefactos antiguos y botellas de diversas etiquetas que me gusta pensarlas como elixires nocturnos.

Brujas puede visitarse bajo cualquier modalidad: en solitario, con pareja o con el aquelarre (por el momento evitando grupos mayores a cuatro personas/brujas/brujos), aunque desde la barra tienes mejor vista de las manos maestras: cuatro barmaids que alternaron el caldero por maceradores y shakers. Liderado por Gabriela Lozada (Hanky Panky, Pujol) y remarcado con Karen Paz, Ingrid Aparicio y Carmen Uribe, este grupo trabaja coctelería contemporánea y de autor bajo la inspiración de los años 30 y 40, cuya fusión de ingredientes tiene un sentido juguetón en el paladar dependiendo del trago que elijas.

El yellow witch nos llevó a una isla tropical gracias al limón amarillo y cointreau con un aromático jarabe de caléndula y potencia del mezcal, opción ideal si prefieres los toques ácidos y de ligero dulzor; pink solstice lleva un tenor a libro viejo, armado con ginebra de mucha flora y especias, jarabe de betabel, jugo de toronja e infusión casera de salvia que te atrapa en un giro boscoso.

En la selección de piezas complejas y cumplidoras está el strega gialla compuesto por la amargura del strega (licor italiano de hierbas), la corpulencia del ron y el endulzado del shrub de durazno. Quienes no teman de las bebidas ásperas pueden dirigirse al lemon verbena forest martini que acentúa su consistencia extra seca con ginebra con aceite de oliva y cedrón, vermut bianco y dash de solución salina.

Si bien Brujas aterriza como un embrujo más a la creciente oferta de vida nocturna en la ciudad, merece reconocimiento por la minuciosidad en sus combinaciones y la notable investigación tras las pócimas, espacio donde al menos esta bruja puede estacionar su escoba y echar tragos de calidad.

La Única
  • Bares y cantinas
  • Cantinas
  • Polanco
  • precio 3 de 4

Forma parte de la familia de cantinas modernas en Polanco, sus espacios son amplios y de tono casual, el salón está plenamente iluminado por el sol durante el día y con luces cálidas por la noche, la madera en los pisos, los ladrillos en la pared y el verde de las plantas le dan una sensación de terraza. La parte trasera sí es abierta, cuenta con un techo retráctil, y hay un salón privado por si lo requieres. 

Piensa en La Única para comidas de negocios o para matar la sed con cocteles clásicos, hay desde un moscow mule, un mojito o un carajillo, hasta margaritas de limón y fresa, así como cocteles con mezcal. No te quedarás con hambre pues la carta se basa en propuestas de cocina mexicana contemporánea con carnes y mariscos, en presentaciones y porciones ideales para compartir.

Si buscas sazón casera y tradicional entonces comienza con un caldo de pollo, una sopa de toertilla, unos gusanos de maguey o un ceviche, seguro se te antojan con una michelada; o si prefieres salir de lo tradicional, pide el chicharrón de pulpo con guacamole o las tostadas de cangrejo con aguacate.

Se te pasarán las horas comiendo y bebiendo, aprovecha las salsas que te ponen en la mesa, ordenadas de menor a mayor picor. 

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  • Bares y cantinas
  • Bares de tapas
  • Roma
  • precio 2 de 4

Un patio para tomar gin tonics y precopear. Acompaña con comida italiana y quédate a escuchar música en su foro anexo, donde se presentan actos en vivo que van desde djs a bossa nova. 

  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Roma
  • precio 3 de 4

“El gin tonic ha salvado más vidas y mentes de hombres ingleses que todos los doctores del imperio”, dijo alguna vez Winston Churchill quien —además de ser un gran líder político— era un loquillo al que le encantaba bromear, razón por la que decía cosas como la anterior. Todos sabemos que el gin tonic no sólo ha salvado las vidas y las mentes de ingleses, sino de gente de todo el mundo, incluyéndonos a los mexicanos.

Es cierto que nosotros tenemos el tequila y el mezcal, pero ambos están destinados a la fiesta absoluta o al tratamiento contra el mal de amores. El gin es para otros momentos. Es uno de los destilados favoritos por su frescura, su suavidad y las benévolas bayitas de enebro de las que está hecho y que, desde épocas ancestrales, se consideran medicinales (punto extra para Churchill).

Así que podemos concluir que el Gin Gin es una suerte de botica disfrazada de bar, cuya carta presume una gran variedad de pócimas curativas en forma de gin tonics que, si bien respetan al clásico (hecho con gin, agua tónica y una rodajita de limón), nos regalan nuevas maneras de disfrutar este viejo gran trago.

Tres imperdibles son el vellocino de oro (gin, aceitunas, romero, aceite y rodajas de limón griego y agua tónica), el acapulco golden (gin, infusión de mate y coco y agua tónica) y el acidito mexican pimms (gin infusionado con rooibos y frutos rojos, cinzano, extracto de jengibre, jarabe natural, jugo de limón, mix de frutas y ginger ale casero, decorado con un trébol comestible). Cada uno está hecho con una etiqueta de ginebra distinta, para asegurar un sabor equilibrado. Falla el de la casa, el gin-gin (mezcla de gin con infusión de gingko biloba, licor de jengibre y extracto de ginseng), que suena a una bebida energizante y voladora de sesos, pero que aún no está disponible. Una lástima (o, viéndolo del lado bueno, un pretexto para regresar esperando que ya lo esté).

El que sea que elijas estará bueno, y podrás disfrutarlo en una atmósfera de luces bajas que —gracias a la abundancia de plantas y de maderas— remite a un jardín, pero a uno, claramente, en plena ciudad, con una barra principal amplísima que roba la atención de todos (como debe ser).

El ambiente es creado por una asistencia que aún no se define al cien. Su ubicación en plena fuente de la Cibeles permite una extraña mezcla del mirreinato, el hipsterismo y los que amaban-el-gin antes-de-que-se-pusiera-de-moda y que ahora quieren ver si es cierto que este lugar tiene una buena propuesta.

Hay música apta para todos (revisa la cartelera en Facebook, porque siempre tienen djs o músicos invitados), pizzas y buena onda precopeadora generalizada, lo que demuestra que la ginebra tiene, por si fuera poco, propiedades que nos hacen proclives a la hipismo, a desear la unidad con los otros y con el universo.

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  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Del Valle
  • precio 3 de 4

En cada rincón hay joyas escondidas, y en la calle de Enrique Pestalozzi, ocupando la planta alta del restaurante japonés Deigo, está Kaito del Valle.

Es un cocktail bar o iazakaya, refiriéndose a una taberna en japonés  donde te recibe un maneki-neko de luces neón, dándole sentido a la frase insignia del bar: if you see this cat, come inside.

Entras a un espacio pequeño y cómodo con decoración nipona, íntimo pero con muy buen ambiente y música que te anima a comenzar la noche. La barra es el punto fundamental: equipada únicamente por bartenders mujeres.

Ya sea que te atienda Jacomine Flores, Jocelyn Espíndola o Claudia Cabrera, pregunta por los tragos de autor, como un pik-a-chu: sake, mezcal, jerez, wasabi y jugo de piña. La presentación es única como el juego de sabores en la boca.

El maneki, hecho con matcha, calpis, jugo de limón, clara de huevo, soda y tapioca es muy fresco, sin ser demasiado dulce, y con un plus en cuanto a texturas. 

Cuando termines la parte de bebidas, acércate a la máquina expendedora (que no tiene productos en su interior), te lleva a una sala de karaoke que se renta por hora o sin costo, dependiendo de tu consumo total. A lo mejor terminas cantando puro j-pop. Alejandra Sánchez @foodandboozemx

  • Bares y cantinas
  • Gastropubs
  • Juárez 
  • precio 2 de 4

En una de las mejores esquinas de la Juárez, la Plaza Washington, cerca de Bazaar Fusión, abrió Cicatriz Café, un proyecto en el que participan los hermanos Scarlett (le dicen Scar, "cicatriz" en inglés; de ahí el nombre del bar) y Jake Lindeman. La barra presidida por un óleo marino, los muros sin repellar, el tapanco y las luces tenues contribuyen a la atmósfera del local, pero lo que realmente le da onda es la buena música y la gente que lo llena a todas horas. Sus horarios extendidos también son un acierto, no es fácil encontrar un bar que sirva desayunos, lo cual implica que lo puedes acompañar con una chela, una copa de vino o un coctel, como el potente lover's rock, que lleva ron, vermut, cáscara de naranja y un hielo de agua de coco, que es eltoque maestro, ya que suaviza los sabores sin volver acuosa la bebida. Si prefieres algo más dulce y frutal, pide el becky, con vodka, fresas y albahaca. Para compartir está el sal si puedes: media piña rellena de un coctel de ron, piloncillo, canela, absenta y Angostura, perfecto para abrir apetito.

De la breve carta de alimentos probé el ya omnipresente pan tostado con aguacate, coronado con rábanos y hierbas frescas, y no es que no esté bueno, pero la mejor opción saludable es, sin duda, la deliciosa ensalada de kale, con aderezo de tahini (crema de ajonjolí), un toque dulce de betabel y germinado de lenteja, crujientes pepitas tostadas y un huevo cocido teñido con betabel, con la yema tiernita, como debe ser. También volvería a pedir sus albóndigas —servidas con poro frito y una salsa de jitomate perfecta para chopear— y las zanahorias rostizadas con yogurt, tahini y salsa macha de cacahuate, que suman sabores dulces, ácidos y picantes, balanceados con cilantro y verdolagas frescas. Combínalas con un the black hole de ron, jarabe de cola y limón, y para el postre, está el sombrerero loco con mezcal y chartreuse verde, de aromas herbales y a roble.

Los desayunos los sirven de 9-5pm, la comida de 12-5pm, de 5-6pm sólo bebes y de 6-11pm hay pickles, sándwich de pollo crujiente y pay del día. En Cicatriz Café puedes quedarte horas viendo a la gente pasar o echando unos drinks con los amigos: es un lugar que rebosa estilo y buena vibra, y que llegó a la Juárez para quedarse.

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  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Roma
  • precio 3 de 4

La CDMX se torna hawaiana, pues en una de las colonias con mayor riqueza nocturna abrió sus puertas este local que nos llena de aires salinos y playeros. Waikiki Tiki Room es todo lo que dice su nombre: un cuarto tiki, cuya temática evoca la cultura surgida en Estados Unidos inspirada en las islas polinesias con cocteles exóticos.

Walter Meyenberg (Hanky Panky, Huset), su socio Juan Pablo Arredondo y Tomás Bermúdez (chef de La Docena) son las mentes detrás de este concepto, donde hay dos sencillos pasos para una visita provechosa: hacer reservación (con anticipación) y fijarse en cada detalle. De pies a cabeza el lugar es una invasión tropical que te recibe con un aloha plasmado en el mural, lámparas de bejuco y cortina elaborada con conchitas de mar; las decoraciones e inmueble provienen de talentos mexicanos.

Cualquier fiesta tiki puede jactarse del elemento de la diversión, y tras la barra de Waikiki lo tienen muy presente: un cuadro del Capitán de Bob Esponja es indicio de que lo bueno está por comenzar, seguido del show coctelero con el que cada mixólogo domina el área. En mi visita probé el saturn que lleva tanqueray, gin, jugo de limón, maracuyá y jarabes dulces con tono a Caribe; up in smoke es la bebida que no sabías que necesitabas en la vida: mezcal, jugo de piña carbonizada con chipotle infundido de jarabe de agave. 

La cocina es de materia y tono internacional, como un ceviche de coliflor con leche de tigre de coco, suave y cremoso para abrir el apetito. Del lado japonés hay un dashi de chícharo y flor de calabaza tan bien elaborado que se antoja dobletear; infalible pedir tacos de barbacoa wagyu, un premio que cualquier marino agradece con carne suave y tortilla azul resistente.

Waikiki es, también, el barrio de Honolulu, cuyos encantos radican en la energía de quienes gozan los sabores y colores de una mítica cultura. Ahora los turistas citadinos reciben una probada de estas cualidades para transportarse a donde solo hay buena ondez y excelentes tragos.

  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Roma
  • precio 3 de 4

Rompieron el patrón del bar secreto y jugaron una carta más sofisticada: ser un club social para beber. Pero lejos de que este concepto intimide, se portan de manera amistosa y cualquiera puede ingresar con reservación o con un pin de cliente frecuente. Así, Yellow Bird Bar aterriza en el sótano de una casa porfiriana para recibir a exploradores cocteleros.

Tan estrecho como pasillo de tren y tenuemente iluminado, el interior se siente íntimo y a la vez divertido (señala a la bola disco y a la máquina de frappés). Hay dinamismo tras la barra con la presencia de los bartenders y socios Ricardo Sandoval (ganador World Class México 2014), Braulio Hernández (Madre Café) y Rodrigo Valdéz, mientras en una repisa yacen barricas que añejan nueve cocteles clásicos y un refri retro con cocteles al vacíocasi congelados y sellados en bolsa—.

Tres cosas que llevan el mismo nombre: el bar, la canción del Arthur Lyman (1957) y este trago: yellow bird luce coqueto en un vaso en forma de ave y deja toques de sabor caribeño gracias al ron con jugo de piña, galliano (licor de hierbas) y crema de banana. Este último elemento le da cuerpo y aroma mientras las piezas herbales equilibran el dulzor.

El blue demon soda resulta burbujeante gracias al prosecco, tropicaloso con curaçao azul chillante y vodka en un vaso que simula una tina; échale el dulce acidito de limón que te dan y bébelo en cuanto se deshaga como jabón en el agua para saborear la efervescencia. Necesita algún otro ingrediente que le dé punch, pero es buen show.

No tendría problema en cambiar mi matcha mañanero con el verde limón de Yellow Bird Bar: el té lo mezclan con jugo de limón verde, un agridulce jarabe de lemongrass y vodka aromatizado con hierbas (*guiño*). Sin complejidades y nada atiborrante, pasa tranquilo por el paladar.

Así como los tragos son una investigación en brebajes, el menú de comida lo es sobre la cocina mexicana. Ni más ni menos que Tierra Adentro para servir jilotes con chapulines o crujientes croquetas con un alioli de ajo, antojitos a punta de lanza.

En suma, Yellow Bird Bar es un espacio juguetón que no le teme a experimentar, cuyo motor es la diversión y el reconocimiento de que hay que estar en constante aprendizaje si se quiere sobresalir en la selvática vida nocturna de una metrópoli.

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Baltra
  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Condesa
  • precio 3 de 4

De los creadores de Licorería Limantour, llega a las calles un nuevo bar coctelero: Baltra. Contrario a sus antecesores, el lugar es pequeño, de menú corto y, digamos, “informal” ya que, por su concepto, no tienen meseros ni hostess. Lo anterior no quiere decir que no sean superformales con la atención o el servicio, sino que se quitaron de poses para que las personas detrás y delante de la barra convivieran de manera más cercana, lo cual sin duda se logra.

Además de los cocteles de la carta, tienen algunos menús de temporada que suelen cambiar con frecuencia y que aparecen anotados en un pequeño pizarrón a la izquierda de la barra. Si tienes suerte, el día que vayas vas a encontrarte con su versión del clásico sazerac, que aquí se sirve con mezcal.

Si no, para estos días en los que el sol ya comienza a calentar demasiado nuestros asfaltos, hay un trago esplendorosamente fresco: el lavandula, que lleva bourbon, Cynar, lavanda y un toque de cítricos. Es el ying-yang de los tragos. Fuerte gracias al bourbon, pero delicado por la lavanda. Herbal por el cynar —licor de 13 hierbas— y frutal por los cítricos. Oh, sí. El día y la noche. Lo masculino y lo femenino. Lo podría pedir tres veces seguidas, pero la cosa es que hay que ir probando recetas nuevas.

Las botanas tienen la magia de lo sencillo: variedad de aceitunas acompañadas con salsa de la casa —presiento que contiene salsa Maggi, lo cual es pecado, pero la verdad es que el resultado es bueno— y huevitos de codorniz (sumergidos en la misma salsa), que antes sólo había encontrado en provincia y que celebro ver ahora en la ciudad. Hay lonches para quienes quieren algo más llenador —el de pato con salsa de tamarindo se antoja— y opciones vegetarianas hechas con tofu.

De la música, no hay queja. Si tuviéramos que encasillarla en una playlist de Spotify, quizás sería en la de “hipster feliz” y, considerando a la clientela, la verdad es que la selección es bastante atinada.

Aún no se populariza tanto, así que llegando alrededor de las 7 u 8 siempre hay lugar. Por alguna razón que no puedo explicar —quizás la luz baja, los silloncitos cómodos, el paso apretado por el pasillo que lleva al baño—, presiento que es un lugar bastante apto para el buen ligue, así que recomiendo un poco de producción en los atuendos (nunca se sabe). Otro punto a favor para este barecito es que se une a la ola de los lugares que abren hasta los domingos, día que —extraña, pero muy afortunadamente— se está convirtiendo poco a poco en un día fuerte para la vida nocturna de esta honorable ciudad.

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