Nativo Taller Gastronómico, cocina mexicana contemporánea en Planco
Foto: Alejandra Carbajal
Foto: Alejandra Carbajal

Restaurantes y cafés en Polanco

Las mejores opciones para comer y tomar café en esta zona de la CDMX

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Polanco es una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México. Puedes visitar desde tiendas exclusivas, museos en Polanco; el museo Soumaya, uno de los más importantes de la ciudad por su impresionante arquitectura, galerías en Polanco para conocer artistas veteranos y emergentes o dar una vuelta por el parque Lincoln

Las opciones no terminan ahí, si estás en el mood fiestero visita los mejores antros y bares en Polanco o alguno de los 15 lugares imprescindibles de Polanco que seguramente no te decepcionarán. 

Pero lo más importante es la hora de la comida, así que si andas por la zona y te ruge el estómago, no dudes en visitar alguno de los lugares de esta lista. 

Recomendado: Los 50 mejores restaurantes en la CDMX

Dónde salir a comer en Polanco

  • Polanco
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
El chef Jorge Vallejo de Quintonil, uno de los más reconocidos del país, es ciclista. Y fue justo su amor a la bici el origen de su más reciente apertura en Polanco. Luego de impulsar la llegada de The Service Course, una tienda de bicis y artículos ciclistas, vino su próxima aventura gastronómica, la cual se divide en Aúna Café y Aúna restaurante, a sendos lados de la tienda.  Entender cuál es cuál puede resultar un poco confuso (estoy contigo), pero aquí te lo aclaro. Donde veas la terraza con mesas al exterior es el café, aquí encontrarás pan hecho en casa y desayunos. Mientras que la entrada del restaurante es un estrecho pasillo de plantas, que funciona como un umbral para dejar atrás el congestionado Polanco y llegar al espacio inspirado en una casa de campo tranquila y rústica.  El ambiente interior se transforma según avanza la luz natural, en armonía con el diseño lumínico 一a cargo de Sombra一, y el mobiliario, que hace mucho sentido junto al jardín central, donde incluso hay un árbol de nísperos.  Aquí el chef buscó una onda más casual que en Quintonil, en la que el eje conductor fuera la trazabilidad de ingredientes bajo un concepto del campo a la mesa; trabajan con productores locales de Guanajuato y Morelia, y con producto de mar de Ensenada, respetando la temporalidad de los insumos.  De las entradas, te recomiendo las flores de calabaza fritas, están rellenas de cremoso de hongos, y para aderezarlas el chutney de guayaba con unas gotas de salsa macha es una...
  • Polanco
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Había escuchado siempre buenas opiniones sobre el restaurante en Polanco del chef Alonso Madrigal (Em, Noma). Por fin pude conocerlo con toda la expectativa del mundo y me bastó una visita para convertirme al culto.  Antes que nada, la carta aclara que Malix —palabra maya para “perro callejero o mestizo”— trabaja con productores agroecológicos y de temporada, por lo que su menú cambia constantemente. Aquí la comida juega con los sentidos, nutre al cien por ciento, y esconde influencias de diversas culturas del mundo. Lo más impactante para mí fue ver el trabajo del chef para sacarle provecho a los vegetales, de forma que nunguno te parece aburrido.  Pedí el coctel Beso de primos (¿me fui por lo jocoso del nombre? sí, y no me arrepiento), un trago con olor a zanahoria y tomate que iba revelando sabores en cada sorbo. De entrada, unas tostadas con hongos silvestres, presentes luego en varios platos del menú (bendita temporada de lluvias). Pasamos después a la ensalada de lechugas al grill, con el dejo asiático del alga nori y el ajo. Las notas ahumadas levantan tanto a las hojas que me prometí jamás ningunear de nuevo a las pobres lechugas.  Pero si quieres probar la esencia de Malix, la muestra perfecta la encuentras en el tamal de coco y maíz rojo sobre un suave curry de cacahuate, acompañado de ensalada y manzanas encurtidas. Un plato raro, un plato delicioso, donde no se extraña para nada la proteína animal. Por último, volvió el reino fungi en el postre de choco-hongo...
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  • Polanco
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Emilio es ese lugar al que todo aquél que le tenga cariño a la cocina española debe visitar por lo menos una vez en la vida; además es hogar de nuestra siempre amada tarta de queso. Ahora acaban de estrenar su menú de desayunos y teníamos que experimentar la cara matutina de este clásico de Polanquito.  La frescura de su terraza frente al parque Lincoln lo coloca directo entre los lugares perfectos para desayunar con mamá o para ponerse al corriente con amigas que no ves hace mucho y extenderse por horas, ya que el servicio siempre está atento a lo que necesites. Esta nueva carta de desayunos se sale de lo estrictamente español. De hecho, encontramos platos de sabores mexicanos que ya son hits de otros de los restaurantes del grupo Carolo, así que si eres fan de este grupo, seguro te sentirás como en casa. Del lado mexa, probamos los chilaquiles con cecina bañados con salsa de habanero tatemada que no fue muy picante y llevan suficiente proteína para una persona bien comida. Del lado español hay, por ejemplo, pan tomate con verdadero jamón serrano y queso manchego.  Pero primero lo primero, es decir, un café con un panecito. Considera que las piezas de panadería de la casa son bastante grandes. Cuando veas la canasta (inserte emoji babeante) sé el primero en sugerir que alguien comparta contigo su rollo de croissant. O, si tu antojo dulce es mayor, uno de los favoritos (para comer y para tu feed) fue la torre de hot-cakes, a la cual puedes verter salsa de avellana, maple o...
  • Italiana
  • Polanco
  • precio 3 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Un jardín vertical, una fachada cubierta de hierba. Arquitectura contemporánea en armonía con muebles rústicos y antiguos. La cocina principal, un salón rodeado por vidrios, pone al descubierto el trabajo de los cocineros al preparar los alimentos, las pizzas, o al sacar del horno la variedad de panes italianos. Se puede comer en la cava, para ocho personas, en alguno de los salones del segundo piso o en la fresca terraza en el tercer nivel, que fue donde escogí mesa.De entrada elegí lo que esa temporada dictaba (pues el menú cambia constantemente): la sopa de chícharo con gnoccis –un pequeño tazón con siete gnoccis bañados de caldo de chícharo intenso, delicioso–. La elección de los platillos fuertes fue difícil: ¿guachinango al vapor?, ¿pizza gourmet recién salida del horno? Me incliné por la monumental presentación de la chuleta de ternero que, sin embargo, me resultó escasa en carnes y abundante en nervadura. Pero no se deje guiar el lector por mi experiencia: es la evolución de su menú lo que interesa. Los platillos se van adaptando a los gustos y las temporadas, y lo que permanece es la calidad en la preparación de alimentos. El postre reclamaba algo fresco. Dudé entre la vera panna cota o la selezione di gelati e sorbetti, servidos en copa de cristal alargada con tres bolas: stracciatela, vainilla y licor de crema irlandesa –se recomienda mezclar un sabor con el otro–. Para finalizar está la oferta de Limoncello, y su delicada sugestión de cítricos como digestivo. Y...
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  • Polanco
  • precio 3 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Dulce Patria
Dulce Patria
Comer en Dulce Patria es volver a ser niño. Cada plato creado por la chef Martha Ortiz es una reinterpretación de los sabores que las abuelas mexicanas han llevado a las mesas por años. La diferencia reside en la elegancia con que se sirven. Delicadas perlas de chicharrón que recuerdan a una jugosa gordita de puesto. Un desfile de panes de mole, chipotle o violeta. Postres como el esquimo contemporáneo, un granizado coronado con grajeas y galletas de animalitos, ante cuyos colores, es imposible no sonreír. Entre los ejecutivos que acuden a la hora de la comida parece imposible volver a la infancia, pero basta ver los rostros de alegría para saber que en cada mesa dispuesta en el piso rosa mexicano, todos, igual que tú, están pensando en mamá.
  • Cafés
  • Polanco
  • precio 1 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Amati Deli
Amati Deli
Más alegres que buenos son los días desayunados en Amati, este pequeño deli, juice bar y cafetería de tonos blancos y amarillos que te despiertan la pupila. Amati significa disfrutar de la comida en náhuatl y amado en italiano, dos ideas que se me antoja combinar. Se encuentra entre los griegos Arquímedes y Heráclito, una de las partes caóticas de Polanco que no amaina más que de madrugada; pero a tempranas horas cae ideal entrar a este deli por un café, un jugo o un petit déjeuner (desayuno en francés) antes de seguir en la locura.  La decoración es muy original con detalles en madera, conservaron la pared de ladrillo pero está perfectamente recubierta en pintura blanca, se siente demasiado limpio. Sobre las mesas hay un par de plantas y las sillas son metálicas; el diseñador de interiores es un genio pues además de aprovechar los espacios al máximo en un local tan pequeño, logró un concepto contemporáneo con un tono de personalidad muy marcado que grita comodidad y siéntete en casa. Lo malo es que no te quieres ir cuando terminas tu café. A la derecha de la entrada están dos refrigeradores abiertos con los munch y los delis, las estrellas de la modalidad de servicio de Amati, otra genialidad pues el flujo es muy práctico: entras, eliges del refrigerador u ordenas en la caja, pagas y te vas si llevas prisa, si no, te sientas y relajas un rato las ideas. Para pedir es más fácil de lo que el menú te hace creer, pues aunque tienen muchas opciones, sólo tienes que saber dos...
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  • Japonesa
  • Polanco
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Solo trece lugares conforman esta nueva barra de sushi. Para llegar a este lugarcito recóndito debes entrar por una discreta puerta y bajar a un sótano de paredes oscuras donde la luz apunta a lo importante: el arte de los maestros detrás de la barra. Además del menú a la carta con rollos, sashimi y donburis, hay un menú tipo omakase, que puedes elegir con o sin maridaje.  En mi caso fueron 12 tiempos, en los cuales más del 90 por ciento de la pesca pasó por la cámara de maduración (a la vista de los comensales), un proceso que deshidrata la carne a una temperatura controlada, potencializando sus sabores naturales. La experiencia comenzó con una ensalada Sunomono (pepino agridulce) con mariscos y un toast de salmón, ikura y crema con eneldo sobre pan brioche. Mientras disfrutábamos estas entradas, el chef nos explicaba que según el tipo de pescado es el tiempo que necesita de maduración, las pescas blancas no pasan de tres días en la cámara, mientras que peces azules como atún o salmón pueden mantenerse alrededor de un mes.  También lee: Dónde comer comida thai en CDMX Seguimos nuestro recorrido con un desfile de nigiris que demostraron la calidad de los crudos en Matsuba, tanto nacionales como internacionales. Rocot, kampachi, bacalao negro maridado en miso dulce y terminado al carbón, todo de la mano de un vino mexicano y un muy balanceado sake junmai japonés. El chef también nos aseguró que se preocupan porque el producto provenga de pesca sustentable. De ahí pasamos a...
  • Mexicana
  • Polanco
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Público Comedor
Público Comedor
¿Qué pero le pones al restaurante Amaranta de Pablo Salas? Yo, nada más uno: la distancia que nos separa de aquí a Toluca. Bueno, y los precios, aunque la comida los vale pero no son para ir todos los días. Por eso me alegra tanto su nuevo proyecto, Público Comedor, en la planta baja del edificio de oficinas y de Molière 50. Diseñado por Cecilia León de la Barra, es un espacio fresco y acogedor, con mesas de madera y acentos en verde botella, que da una sensación de amplitud gracias al techo de doble altura con plantas colgantes. Es bueno que el lugar sea agradable, pero más bueno es que la comida sea sabrosa, de reconfortantes aires caseros, que tenga ecos de Amaranta —el ceviche de hongos, que aquí se transforma en tostada—, acentos mexiquenses como el chorizo, los coditos con trucha salmonada y el huarache de maíz azul martajado, y que se sirva sin oropeles, lo cual permite mantener precios accesibles: un plato fuerte está entre 65 y 110 pesos, con 35 más te dan una sopa chica del día o ensalada pequeña y quedas muy bien comido. Además hay desayunos, platos vegetarianos como el mixiote de verduras, servicio para llevar en porciones individuales y familiares, y tortas todo el día. Me cuentan que ya se fundó un culto para adorar la de pierna adobada con chipotle dulce y mayonesa de cilantro; seguramente cuando la pruebe me sumaré a sus filas. Lo que sí probé: las costillas de cerdo, que absorben la temperada acidez de la salsa verde y las verdolagas con cada fibra y cada...
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  • Cafés
  • Polanco
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
¿Cuántos postres te han dejado sin palabras por su belleza? Acaba de llegar a México un proyecto nacido en Guadalajara que, no hay duda, será la sensación de Instagram. La Postrería es el “restaurante de postres” del chef Jesús Escalera, quien ha trabajado con los mejores reposteros del mundo como Albert Adriá o Jordi Roca. Jesús fue reconocido como Best Pastry Chef en los 50 Best Restaurants Latinoamérica 2018 gracias a que va más allá del postre como un mero conjunto de elementos dulces. Sus creaciones juegan con todo tipo de ingredientes (incluso salados que jamás los pensarías en un postre) y técnicas experimentales para lograr creaciones que no pierden el balance en sabor. Sin olvidar que las vistas invitan a contemplarlos con fascinación, al menos durante el tiempo de su efímera existencia.  ¿Cómo funciona? En La Postrería hay dos tipos de postres, los de vitrina, que están listos para comer o que los lleves a tu casa, y los “postres al plato”, que son los que se preparan al momento y debes consumirlos en el lugar. De hecho, en esta sucursal puedes ver a través de una ventana cómo los chefs Sergio Calderón y Arturo Magdaleno hacen que cobren vida. Para mí, el más lindo fue el “Bosque”: un trío de hongos rosas con consistencia de merengue plantados sobre una tierra de pistache, eucalipto y frutos rojos, con helado de té limón y cremoso de matcha escondido entre la tierra. Más tierno, imposible.  Otro plato precioso e innovador se llama “flor de vainilla”, lleva,...
  • Polanco
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
El nombre de este café de especialidad en Polanco no podía ser más descriptivo. Se trata de un lugar de color blanco con tonos madera y con grandes ventanales que lo separan de la Avenida Isaac Newton, en donde se ubica. La Caja de Cristal es todo lo que a Polanco le hacía falta: un buen café (qué digo bueno, un gran café) en un espacio que se presta para las juntas de trabajo, para instalar el home office, para una tarde de chisme o por la siempre necesaria taza mañanera para llevar. Desde las mesas, y gracias a las grandes ventanas que te permitirán ver toda la calle, la atmósfera que persiste es de paz: luz natural, música suave, los aromas de los granos que pasan por las prensas francesas o los sifones japoneses y a los que acompañan, sutiles, los panes dulces que se hornean para llegar calientitos a tu mesa. En La Caja de Cristal tienen las bebidas que ya conoces y amas como espressos, ristrettos, lattes y flat whites además de métodos de extracción como V60, Chemex, Sifón Japonés, Prensa Francesa y Aeropress. Lo mejor es que los baristas sabrán recomendarte el mejor método para el grano de tu elección, o viceversa. En mi visita me tocó decidir entre café chiapaneco de Finca Hamburgo, una productora de los altos de Chiapas, y los colombianos Finca Nabguana, de la región de Sevilla, y me contaron que dentro de poco tendrían una opción de Finca Garabandal, de Veracruz. Pero lo mejor es que cada cierto tiempo van cambiando de fincas y de regiones, así que seguramente te...
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