El Micky bar, jazz en vivo en Miguel Hidalgo
Foto: Alejandra Carbajal

Los 10 mejores bares de 2022

La CDMX retomó la fiesta y los drinks aventureros a lo largo de 2022. Estos fueron nuestros 10 bares favoritos.

Editado por
Time Out México editores
Publicidad

La vida nocturna de la CDMX está llegando a un buen momento luego del bajón de la pandemia. Para muestra, solo hay que decir que en junio 6 bares de la ciudad llegaron al listado de los 50 mejores de Norteamérica.

No sólo las y los mixólogos mexicanos están en boca de todos (que hasta ya hay realities en Prime Video donde son protagonistas), sino que 2022 fue también un año donde la influencia del reguetón nos hizo soltar los prejuicios y entrarle de lleno al bellakeo. Las licuachelas, kittychelas y micheladas cada vez más extravantes inundaron las redes sociales hasta que llegaron a lugares insospechados. Y hablando del poder de las redes, un video viral le dio un repunte a uno de nuestros cocteles consentidos.

No podemos esperar a ver cómo se transforma la escena de los drinks en 2023, pero mientras aquí te traemos el recuento de los nuevos spots a los que seguro regresas. 

Te recomendamos: Lo mejor de la CDMX 2022.

Los 10 mejores bares de la Ciudad de México 2022

  • Vida nocturna
  • Miguel Hidalgo

A veces lo más sencillo es lo más adecuado para dejar que brillen los pequeños detalles. El Micky es el ejemplo perfecto. A primera vista es un bar amplio de paredes blancas, donde solo aparece el logo del bar, un micky diseñado por Candela Sonidera y un escenario iluminado por barras de luces de colores.

Luego, si pones atención en los rincones, vas a descubrir cositas que le dan personalidad; un cocodrilo colgando por aquí, un póster de Tupac por allá, un altar de juguetitos de Mickey Mouse, la mayoría donados por amigos. Apenas tiene un mes desde su apertura y ya es todo un suceso en la Ampliación Daniel Garza, tanto que si llegas tarde a partir del miércoles es posible que lo encuentres a reventar. ¿Otra ventaja de localización? Aquí no hay parquímetro y siempre encontrarás dónde estacionarte. 

Su esencia es la simpleza sin pretensiones porque el alma del Micky está en la música. Dora Mariana, mejor conocida como Sussy Oh!, es quien está detrás. Con más de 20 años como locutora de radio, antes en Reactor 105.7 y ahora en Convoy Network que la respaldan, no es novedad que la música del Micky sea variada y deliciosa, desde Siouxsie and the Banshees o Madonna, hasta Ozuna. Todos los miércoles hay una banda de jazz en vivo a partir de las 9 pm y, cosa rara para este género, sin cover. Checa su Instagram para ver quién se va a presentar. 

Los jueves son de invitados. Djs o amigos del medio musical arman sus mejores playlists y ponen a bailar a la banda con pitufo en mano. Los viernes, la música es una extensión del “Viernes de riesgo” del programa de radio, así que Sussy Oh! se deja ir con corridos y cumbias.

En el Micky todo es muy amigable, hasta los precios de las bebidas. Para los clásicos, hay mezcal, tequila o ron; o si vas en plan bichota, hay gomichelas o aguas locas, (no te preocupes por la ceguera, no están tan locas, llevan vodka, jugo de arándano, limón y agua mineral). 

La comida es pura joya de la cocina chiapaneca en honor a la mamá de Sussy Oh!. Éntrale sin miedo a las tostadas con salsita roja y queso doble crema de Chiapas, y sí o sí tienes que probar los frijoles refritos. ¿Quieres más? Entre semana hay desayunos desde las 8 am y si ya te enamoraste del Micky, puedes comprar tu playera con el logo.

Te recomendamos: Lugares para escuchar jazz en la CDMX 

  • Vida nocturna
  • Juárez 

Si vas caminando por la Juárez y encuentras dos asteriscos en una pared negra o en un letrerito iluminado con un fondo verde, ponles atención. Seguramente se trata del nuevo bar de Klaus Albert y los creadores de Anónimo Restaurante. 

Al estar en una calle chiquitita, Sinónimo se deja descubrir por quienes de inicio lo están buscando. Cada uno de sus dos pisos tiene una onda propia y, a la vez, se complementan en su decoración de una elegancia medio lúgubre. La planta baja está abierta a la calle y algo que me gustó es que si vas a cenar, todo lo que ocurre en la cocina es parte de la experiencia; en un mismo espacio se conecta desde la preparación de los platillos hasta el cigarrito callejero post-cena.

A la izquierda, el misterio continúa con unas escaleras negras te llevan al segundo piso. Aquí la decoración y la luz crean una atmósfera más íntima, pero cuyo mobiliario comunal se presta para que al final de la noche salgas con un puñado de nuevos amigos personales.

En esta barra, al compás del último hit de reguetón, pop clásico o hasta una salsa, nace la coctelería de la casa, obra de Xchel Montoya, quien sorprende con tragos como una paloma rosa con mezcal, jugo de toronja, cordial de frambuesa y sal ahumada. También tienen una muy curada selección de vinos, con etiquetas que solo podrías encontrar en tiendas especializadas.

La cocina, a cargo de la chef Itzel Meléndez Vergara, es corta pero segura. Los platos (aún más fotogénicos que en Anónimo) consiguen sabores precisos sin exagerar el número de ingredientes, pero tienen toques arriesgados que hacen que los recuerdes a posteridad. En mi caso, los que sigo saboreando en mi mente desde mi primera visita fue el pan tomate con sardinas encurtidas, (ojo que el sabor es fuerte si no sueles entrarle a las sardinas) y la lengua con caldito de chorizo en un aterciopelado puré de papa (¿adivinaste que se ganó un lugar en mi corazón?). Para cerrar, no dejes pasar la oportunidad de compartir la tarta de duraznos al grill. 

Te recomendamos: Vinos naranjas en la CDMX

Publicidad
Brutal vinata de barrio
Foto: Elisa Herrera

3. Brutal vinata de barrio

Una de las aperturas del año es un wine bar y tienda de ultramarinos, lleno de espejos y mesas comunales. ¿Te encanta el vino pero quieres entrerle de la forma menos acartonada posible? Aquí es el lugar para probar por copeo o descorche. Tienen etiquetas raras, vinos naranjas, orgánicos y de pequeños productores.

Todo platicado entre cuates, y como se está ganando al barrio seguro haces nuevos amigos, en especial si eres vecino de la San Miguel Chapultepec. Para picar, hay aceitunas cerignola o si vas con hambre, pregunta por el sandwich del día. Aunque pocas opciones, no escatiman en la calidad de los insumos.

Gral. Juan Cano 42, San Miguel Chapultepec. Metro Juanacatlán. $600

  • Vida nocturna
  • Cuauhtémoc

Sofitel estrena un speakeasy en la casona de 1938 que se quedó como la fachada del hotel. Para llegar a él hay que subir las escaleras blancas de caracol que se encuentran en la planta baja de la casa y seguir la música (clásicos de pop y rock, nada muy estruendoso).

Aunque no es muy grande, este bar se acopla perfectamente a la estructura de la casa, de por sí de corte afrancesado, ya que el diseño interior está inspirado en una biblioteca francesa, pero con detalles que también recuerdan la cultura de los bares secretos americanos. Lo que dejan claro es que su estandarte es la elegancia.

Las antigüedades en la barra y las paredes, los asientos de piel a juego con tonos oscuros y cocteles inclinados al bourbon como el Old Fashioned te hacen querer conversar en susurros como en una película de cine negro. Además, el ambiente cosmopolita se acentúa por estar dentro del Sofitel, así que es muy probable que encuentres huéspedes extranjeros que, a diferencia del otro bar con terraza del hotel, el Cityzen, buscan un lugar más íntimo para echar unos tragos sin prisa ni más espectáculo que el del bartender.

Mi primera parada tenía que ser un negroni (porque amarguito como mi corazón). Intenso por la notoria presencia del vermouth, tampoco pierdes de vista el resto de los ingredientes. Si eres más de cocteles frutales o dulces, mejor vete por el Sweet Heaven, uno de los drinks signature de la casa, con ginebra, lillet blanc (un aperitivo de vino francés y frutas aromáticas maceradas), piña, almíbar de mandarina y la mezcla especiada del peychaud's bitters.

También probamos un Naked in Manhattan, que le da una vuelta al clásico coctel neoyorkino. Con bourbon, jerez y cynar (aperitivo de alcachofa y hierbas), esta versión no escatimaba en el whiskey y nos despertó hasta los oídos. Con dos de estos prepárate para soltar tu francés más fluido.

Además de contar con alrededor de 30 cocteles distintos, Freehouse busca ser una opción que ofrezca variedad de etiquetas de champaña. También habrá próximamente pop ups con invitados especiales y mixólogos de alto renombre, por lo que no te despegues de su Instagram @freehousemexico.

Te recomendamos: Handshake Speakeasy

Publicidad
  • Vida nocturna
  • Roma

Cuentan las leyendas prehispánicas que el pulque (y, por consecuencia y más adelante, los destilados de agave) fueron descubiertos gracias a un rayo que cayó sobre una penca de maguey en plena floración, y que así se hizo la primera tatema; los antiguos mexicanos, curiosos, se acercaron a la cactácea quemada y probaron sus jugos, que además de ser ricos y dulces, eran, digamos, energizantes. Y de esa leyenda proviene el nombre de este nuevo bar de coctelería en la Roma: Rayo.

Acá se toman muy en serio aquella cuestión tan de moda de “crear experiencias”. Generalmente, ese concepto no es nada claro, pero en Rayo sí se concreta. El bar está ubicado en un segundo piso dentro de una casona de la época Porfiriana. Para llegar ahí debes tomar un elevador, que tarda 31 segundos en llegar a Rayo. Y como 31 segundos son invaluables, desde ese momento te ofrecerán tu primer trago, un Lip Martini que te acompañará para que entres al bar ya con copa en mano.

En el bar, lo primero que verás es un agave, con sus dos hijuelos a los lados. Y encima un neón en forma de rayo, que hace alusión a la leyenda prehispánica que te acabamos de contar (a tu Instagram le gusta esto).

La carta de Rayo se compone de cocteles de autor o signature y de otros clásicos, pero siempre con su toque. Una de las estrellas del lugar es el Zamora Spritz, que lleva su nombre en honor a la capital mundial de la fresa: Zamora, Michoacán. Va con tequila, Aperol, Cinzano Bianco, bitter de Angostura y, como garnitura, lleva una fresa falsa cubierta de chocolate blanco. Y aunque la fresa es una delicia, no le resta protagonismo al trago. Pero eso sí: acá las garnituras están hechas con residuos que los bartenders recuperan para que no se desperdicien.

Otro imperdible es el Gallito, hecho con mezcal, ron, Campari y jugos de limón, naranja y piña. Este trago viene servido con una papa en forma de gallito (awww). Y, para los más clásicos, la opción es el 21 segundos, una variante del Boulevardier hecha con whisky, Campari, Cinzano Rosso y charanda de hongos.

Otra cosa increíble del menú es que todos los tragos vienen con una descripción del estilo del coctel: qué tan ácido, alcohólico o refrescante es. Así, puedes elegir de acuerdo a tu antojo.

Acá se los decimos: Rayo abrió hace apenas unas semanas, pero definitivamente dentro de poco será el lugar en el que todes quieren estar. Cocteles bien ejecutados, responsabilidad con los residuos y, sobre todo, un ambiente que se presta para la fiesta como más nos gusta.

Te recomendamos: Albar

  • Vida nocturna
  • Narvarte

¿Recuerdas esa sensación de tomarte una michelada en una trajinera? La puedes volver a vivir en plena Narvarte gracias al increíble concepto que acaba de llegar a Diagonal San Antonio: La María Chelada, un lugar de micheladas que está ambientado como si fuera una trajinera.

En La María Chelada, la barra en donde preparan las micheladas y otros tragos simulan la forma de las trajineras; el techo está decorado con arcos florales como los que decoran a nuestras queridas trajas y la barra en donde te puedes sentar a disfrutar de tu bebida también se parece a los asientos de este tradicional método de transporte chinampero.

Aquí, la onda es el grab and go, pero también puedes sentarte en la barra a tomarte tu cheve, acompañada de unas papitas con harta salsa. Si pasas por tus miches para llevar notarás que el concepto está más que pensado para este formato: te darán tus latas de cerveza y, aparte, el vaso con la escarcha, salsas y complementos, para que llegando a tu destino te prepares tu miche. Además te la ponen en una cajita con un diseño increíble, para que sea más fácil llevártela (¿la cajita feliz de los mayores de edad?).

A la entrada verás el pizarrón con todas las posibles combinaciones de sabores. Hay las clásicas, con solo limón y sal o cubana; las especiales, como La Dulce María, que va escarchada con jalea y chile de mango, limón, jarabe de mango y de maracuyá, tarugos y una brocheta de gomitas, o La María Rosita, que lleva jarabe de fresa, gomitas de frutas y una banderilla de fresa.

También hay combinaciones sorprendentes, pero que funcionan bien y que seguro encantarán a los de diente dulce, como La María Tomasa, que va escarchada con chocolate y chispitas y lleva adentro jarabe de chocolate, leche condensada, chispitas de chocolate y fresas, y se hace con cerveza oscura, o La María Sheraton, escarchada con chocolate y chispas; adentro lleva jarabe de fresa, leche condensada, chispas de yogurt y fresa.

Para los más tradicionales, o para quienes se estén recuperando de la fiesta, también tienen una michelada con clamato y una  brocheta de camarones; la Marimar, o  la María Chapultepec, que tiene una brocheta de chapulines empanizados con chilito.

¿Que si las recomendamos? Cómo no hacerlo, si quien esto escribe fue seis veces en tan solo dos semanas. Así que sí, vayan por sus chelas, tómenselas sin pena y, ya que están en esas, pidan el tamaño grande.

Te recomendamos: Las mejores micheladas de la CDMX

Publicidad
  • Vida nocturna
  • Polanco

Con la proliferación de speakeasies por toda la ciudad, un bar con luces tenues y colores sombríos es lo primero que espero al conocer un nuevo lugar. Por eso me sorprendí tanto al ver que Casa Olympia es todo lo contrario. 

Este bar en Polanco es luminoso, alegre y un nuevo básico para una noche de chicas. La decoración corrió a cargo del reconocido interiorista belga Dirk Jan Kinet (Hotel Casa Awolly) y cada esquina, pasillo y hasta los sanitarios gritan “tómame una foto”. Muy al estilo de dicho bar de la Roma (ahora cerrado), el espacio está perfectamente diseñado para llenarte el ojo antes siquiera de que revises la carta. Una vibra retro de globos terráqueos y pósters de los años 50 convive con tapices vibrantes, bustos grecolatinos y sillones tejidos. Y todo parece tener sentido.  

Aún sin superar el factor estético, me instalé en el salón principal, amplio y fresco debido al techo altísimo. Desde ahí verás la enorme barra, de donde salen cocteles añejados en pequeñas barricas durante 6 meses. Para que vayas entrando en ambiente, te reciben con un coctel de cortesía. 

Mi recorrido por su mixología comenzó con el Olympia spritz, un trago juguetón y menos dulce que otros spritz, además de muy atractivo porque está acorde a la paleta cromática del lugar. Se sirve en tu mesa y al agitarlo ves cómo cambia de color, de un azul profundo a morado intenso. Esto porque lleva prosecco, ginebra, té mediterráneo, flores y cardamomo. 

Seguí con el que para mí, la loca del vermouth, se llevó las palmas. Estoy hablando del white negroni. Lleva ginebra Bulldog, Cinzano seco y licor de genciana, una planta con historia medicinal en Italia. Si eres más de cocteles amargos y complejos, este es el indicado. 

La carta de alimentos, del chef Jaime Durán, es mediterránea, pero abierta a fusiones con ingredientes mexicanos e incluso asiáticos. Me sorprendió la relevancia que tienen aquí las entradas vegetarianas. Comenzamos con las setas asadas a la talla que estaban tan bien condimentadas que no le pedían nada a la proteína animal. 

Si ya estás pensando “no vives de ensalada” porque lo tuyo es la carne, ve por el tataki de res con aceite de ajonjolí y salsa macha por encima, no es muy picante y las semillas tostadas lo elevan a otro nivel. En platos fuertes me ganó el arroz de calasparra con rib eye en cubos: reconfortante, untuoso y con mucho sabor.  

Para cerrar, hay más de 10 carajillos diferentes que más que digestivos, parecen un postre en sí mismo. Pedí uno de taro que, a pesar de lo vistoso, para mí resultó demasiado dulce por la crema batida que lo adornaba.

Te recomendamos: Bares para salir con tus amigas

  • Vida nocturna
  • Polanco

Llegué a Trivvu, la nueva terraza del Hotel W, por una promesa seductora: el Sunset Drunch. Sí: el matrimonio de drunk y lunch; todo lo que puedas comer y beber por un precio fijo, mientras contemplas el atardecer en una de las terrazas más nuevas de Polanco.

Seguramente, ir a Trivvu será, dentro de poco, el plan fresa que todas, todos y todes vamos a querer armar. En esta terraza que te hará sentir en Tulum (por sus sillas bajas en tonos arena y sus cortinas blancas, no por el tráfico de Campos Elíseos, por supuesto), llegó con todo para darnos tardes y noches increíbles.

Y eso comprobamos una tarde de sábado, cuando llegamos a Trivvu para disfrutar del Sunset Drunch. En la terraza nos esperaba un buffet con cortes de carne, ceviches, sashimis, sushis, hamburguesas, salchichas, quesos, carnes frías, pastas y una gran, pero gran mesa de postres.

Y así como los platillos están disponibles para que comas cuanto quieras, y en el momento que quieras, también las bebidas: tienen cervezas, destilados, vinos tranquilos y mimosas, indispensables para los planes del fin de semana. Lee bien: todas las mimosas que quieras.

Para acompañar a la comida y la bebida (los meseros están súper pendientes de que nunca te falten ninguna de las dos), hay dj sets, música en vivo, performances y magos.

Y una vez que la experiencia del Sunset Drunch termina, a las 10pm, que es cuando el lugar comienza a llenarse y las mesas se quedan vacías porque los beats del dj obligan a todos los asistentes a levantarse y sacarle brillo a la pista (que no existe, pero todos bailan entre las mesas), puedes quedarte echando algunos drinks o cenando.

Si prefieres saltarte el Sunset Drunch y llegar directo a la fiesta, también se vale, puedes llegar directo a disfrutar de una noche de tu drink favorito, algo de cenar, mucha música y un gran ambiente.

Publicidad
  • Restaurantes
  • Condesa

Llegué a Anónimo Restaurante un viernes por la noche (con reservación, por supuesto). Lo primero que me impresionó y me llenó de gozo fue ver la esquina de Atlixco y Michoacán, en la Condesa, nuevamente viva.

Ahí caminaba por entre las mesas Klaus Albert, el jefe de cocina (y que ha trabajado en restaurantes de la talla de The French Laundry y El Celler de Can Roca, ahí nomás) siempre con una botella de vino en la mano, con la que rellenaba las copas de los comensales. “¿Vino?”, me preguntó. Yo afirmé y le pedí un blanco; “¿funky o normal?”, continuó el chef. Yo, con seguridad, pedí un vino funky. Y es que Anónimo es otro de los muchos lugares en donde las copas se llenan de vino natural; aquí tienen hasta 130 etiquetas exhibidas en un refrigerador. Cuando quieres un vino, te asomas, y te recomiendan.

La onda de la cocina es lo tradicional italiano (pastas y pizzas hechas en casa) pero con el toque propio de Klaus. Y para que veas que aquí las recetas sí sorprenden, pídete la Ensalada César, a lo mejor una de las ensaladas más aburridas de este y todos los universos (a juicio de quien esto escribe, por supuesto, y que los tijuanenses me perdonen), pero que en Anónimo es una joya llena de lechugas crujientes, aderezos bien balanceados y, por supuesto, una cantidad generosa de queso parmesano.

Luego de la ensalada, había que hacer espacio para los carbohidratos. Probamos una pasta carbonara con guanciale y yema; monchosa, reconfortante y, por supuesto, completamente hecha en casa. Para los días lluviosos o para curarse el mal de amores, la opción es el tortellini de elote, que viene con un broth o caldito de ternera, con todo y su cuchara sopera para que lo disfrutes al máximo y no dejes ni una gota en el plato.

La pasta ganadora de la noche fue el gnocchi parisien con espuma de pecorino; los gnocchis tenían la textura y el grado de cocción adecuados y la espuma de pecorino les daba un toque cremoso y dulzón riquísimo y, sobre todo, novedoso. Te aseguramos: esto no lo has probado antes.

No menos importante es la loza y la cristalería en la que sirven los platos. Cada vaso, cuchara, plato sopero y copa son diferentes, increíbles y en definitiva actores esenciales de la comilona que estás por vivir. Es como todo lo que siempre te quieres llevar del mercado de antigüedades de La Lagunilla, en un solo lugar.

Y así como la cocina es lucidora y presumida (eso sí, manteniéndose en la informalidad), también lo es la carta de bebidas. Si prefieres los cocteles, no te pierdas el Negroni, que se toma su tiempo tras la barra porque está hecho con cariño y cuidado, o el Manhattan. Claro, si prefieres coctelería de autor, también encontrarás opciones.

Corre, reserva, y disfruta de esta nueva opción culinaria que vino a nutrir la escena restaurantera de nuestra CDMX.

Te recomendamos: Migrante

Además de música en vivo y, por supuesto, licuachelas, en Dolls Drinks encontrarás muchas opciones de cocteles más (más de 60, según la carta), entre mojitos, daiquiris y micheladas tradicionales. 

Peralvillo 28, Morelos. Metro Lagunilla. Sáb-dom 2pm-7pm. 

Recomendado
    También te puede gustar
    También te puede gustar
    Publicidad