Si bien para alcanzar el éxito, la serie Riverdale apostó por los lineamientos de fórmula correspondientes al drama juvenil y el suspenso con aire a telenovela, conservando únicamente los nombres del cómic que toma como base, al menos eso sirvió para que este terminara de consolidar una necesaria reinvención, la cual ya venía empujando desde unos años antes y que no terminaba de llevar hasta sus últimas consecuencias.
En medio de batallas entre dioses, guerreros místicos, agentes de S.H.I.E.L.D. y gigantes de hielo, que van del cielo a la profundidad del océano, entre castillos milenarios y enormes laboratorios científicos, tanto con el uso de espadas, mazos, hachas y monturas animales rudimentarias, como de vehículos y armas ultra tecnológicas.
Provocadas por las maquinaciones entre un elfo oscuro y el presidente de una corporación que busca extender su poder más allá de los límites terrenales para alcanzar los parajes celestiales y sacar el mayor provecho energético de sus recursos naturales, yendo de conversaciones ejecutivas a narraciones casi de corte épico; hay algo más que una efectiva reinterpretación de la fantasía tradicional a través del concepto del superhéroe.
Se trata de la primera gran declaración de equidad dentro del Universo Marvel en respuesta al necesario reclamo de la sociedad de nuestros tiempos. Y es que no estamos ante un empoderamiento de los modelos de personajes femeninos dentro del mismo, haciendo simples variantes u otorgándoles secuencias de acción donde llevan el protagonismo, sino de presentarles con matices y capacidades sin convencionalismos, enfocándose en exponer el proceso resultante del cuestionamiento de la masculinidad, representado en sus personajes de naturaleza extraordinaria.
Por qué dentro de esta trama, que tiene como fondo el drama sobre el Dios del Trueno que ha perdido su martillo, la palabra que más se pronuncia es Thor, al grado de que esta pierde su acepción de género hasta convertirse en un sinónimo de valores como la responsabilidad y el sacrificio, empujando a su antiguo portador -uno de los arquetipos de macho en los cómics de este tipo-, a reflexionar sobre la humildad y asumir los momentos de debilidad que se negaba por el simple hecho de ser hombre.
Esto mientras quien ahora ostenta dicho apelativo, se pone por encima del menosprecio misógino que expresan tanto terrestres como criaturas de otros mundos, para dejar que el dolor de su tragedia personal saque lo mejor de sí misma cómo ser humano y vestirse con algo aún más grande, la conciencia de las necesidades de los demás desde lo experimentado en carne propia, y el verdadero significado de ser digno.
En contraste la voz de las viejas generaciones acostumbradas a validar el patriarcado, algunas veces más porque es la única forma en que aprendieron a interpretar la vida, llega a través de Odín, quien obsesionado con recuperar el martillo que considera como suyo, y descubrir la identidad de quien dice que se lo ha robado, recurre a peligrosas estrategias que no solo evidencian su visión anacrónica, sino que ponen en peligro mortal a los mundos a su alrededor, entablando además una disputa con su esposa “La Madre de Todo”, que toma un papel determinante a la hora de la confrontación final.
Pero si el guion de Jason Aaron es de una lucidez apabullante tanto en forma como en discurso, el arte de Russell Dauterman es evocador y espectacular. Empezando por la elegancia del manejo de la calidad de línea en los contornos, con la luz matizando los colores que dimensionan las figuras, dejando que los trazos que dan movimiento al escenario jugueteen entrelazándose sutilmente para darle un toque de ensueño a las olas, el polvo, el viento o incluso los relámpagos, mientras las perspectivas imposibles explotan en viñetas casi a página completa con una enorme profundidad.
Son una delicia las postales repletas de melancolía cósmica, con el hijo de Odín abrazando el martillo en el área azul de la luna, ante la inquietud del espacio.Thor la Diosa del trueno es una obra inteligente y conmovedora que por derecho propio se convierte en un clásico contemporáneo, un canto a la reformulación de los roles dentro de las epopeyas de superhéroes entre lo mitológico y lo mundano.
La edición publicada por SMASH que recopila la serie con la presentación y revelación de Thor la Diosa del Trueno publicada en 2014, viene en un solo Tomo en pasta Dura, con las bellas portadas de cada una de las entregas en grapa y las variantes realizadas por artista como Esad Ribic y Fiona Staples, además de algunos de los bocetos y diseños de personaje.